y el sida??

La prostitución: Un trueque común en la frontera sur




“Sí, han muerto varias sexoservidoras de SIDA, pero cada vez estamos más conscientes de la necesidad de protegernos, aunque muchos clientes todavía protestan. Cuando les mostramos el condón reaccionan como si les estuviéramos apuntando con una pistola y exigen que les devolvamos su dinero”, dice una mujer de una de las zonas más marginales y marginadas: Las Huacas.
Convertido en un paraíso económico para jóvenes mujeres centroamericanas dedicadas al arte del baile erótico, Tapachula representa el centro de atracción para grupos de mujeres que obtienen jugosas ganancias superiores a los cinco mil pesos diarios y que ha convertido a la zona en un atractivo turístico para ávidos de emociones fuertes y en la que se da la participación de autoridades.
Las luces rojizas cortan de lado a lado el perímetro, donde una voz anuncia el arribo de Yazury, una guapa mujer centroamericana que se adueña de la atención de los asistentes. La menuda ropa, su cuerpo apenas púber, la sensualidad de sus movimientos y su mirada hipnotiza a cada uno de los presentes que vitorean su arribo, la convierten en la reina absoluta de las noches en “Las Vegas”, el más famoso centro nocturno de la frontera sur de Chiapas.

MENOS CONTROL DE LA PROSTITUCIÓN
Informaciones oficiales consideran que un 90 por ciento de las mujeres dedicadas a la prostitución en los centros nocturnos de la frontera sur, son de origen centroamericano, situación que -de hecho- ha convertido a estos antros en funcionales embajadas, donde la principal atracción son las extranjeras.
Cientos de jóvenes originarias de América Central (más de 3 mil, según algunas estimaciones), se convierten diariamente en las protagonistas de las historias en bares y centros nocturnos del último punto del sur de México, específicamente del Soconusco, donde las chicas salvadoreñas, hondureñas, guatemaltecas y nicaragüenses que desempeñan el oficio más antiguo del mundo, hacen felices las paganas vidas de miles de hombres asiduos.

EL MERCADO DEL PLACER
Ahí, por igual deambulan de mesa en mesa y de pasarela en pasarela, las guapas chicas guatemaltecas de tersa piel morena y cuerpo escultural o las bellas adolescentes hondureñas de ojos penetrantes y pícaros. Alternan con sus compañeras salvadoreñas, nicaragüenses o panameñas, que juntas forman un mosaico multirracial impresionante, que aparentemente sólo tiene un objetivo común: hacer dinero, y si es con diversión, mejor.
Sin embargo, tras esta aparente algarabía nocturna, las jóvenes se enfrentan no sólo a los naturales peligros de la zona, como el acoso y hostigamiento permanente por parte de las autoridades migratorias mexicanas y los diversos cuerpos policíacos federales y estatales, sino también al SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual como la sífilis y la hepatitis, que han comenzado a causar estragos entre la población de esta zona de la frontera sur del país.
Pese a que no existen estadísticas sobre el número exacto de lugares donde se comercializa con el sexo en la frontera sur de Chiapas, se estima que existen más de 300 sitios, entre centros nocturnos, prostíbulos, casas de citas y cantinas, donde se ejerce esa actividad sin ningún control.
Hasta julio de este año, se habían contabilizado 1564, aunque el número es conservador, si se toma en cuenta que gran número de las jóvenes centroamericanas que se dedican a la prostitución no forman parte de las estadísticas oficiales, dado que el ilegal flujo fronterizo poblacional es perpetuo.
En Suchiate se presenta el fenómeno de decenas de chicas guatemaltecas que abandonan sus comunidades localizadas en las cercanías de la frontera y cruzan fácilmente el río para ejercer la prostitución en tierras mexicanas. Por esta razón, es difícil establecer un control, situación que provoca vulnerabilidad a enfermedades venéreas.
“La Atlántida”, por su febril actividad nocturna y diversidad de las nacionalidades de las mujeres y los hombres que confluyen en este lugar, este night club más popular y famoso de la frontera ha sido equiparado a un consulado mexicano. Aunque hace un año el más renombrado era “El Ranchón”, donde fue desmantelado y clausurado por la PGR por Violación General a la Ley, posesión de enervantes y estupefacientes y la puesta a disposición de 13 mujeres centroamericanas.
Ubicado en el municipio de Cacahoatán, a dos kilómetros de la cabecera, en la zona de tolerancia conocida coloquialmente como “La Atlántida”, Las Vegas es visitado diariamente lo mismo por hombres comunes y corrientes, que por altos funcionarios y empresarios de ambos países, que con su presencia “y por la calidad del ganado”, han hecho de este lugar la principal atracción turística de la pequeña localidad fronteriza.

LAS DE LA VIDA ALEGRE
Justamente ahí y caracterizada por la empalagosa voz del crooner que inevitablemente abre la sesión al grito de “¡Traída directamente desde Honduras, con ustedes...!”, etcétera, todas las noches hacía su aparición la sensual Malika, una mujer treintañera, de piel de ébano y de rostro medianamente agraciado, cuyas enormes caderas toda proporción guardada, semejan a la Giganta de José Luis Cuevas, son como un imán ante los ojos de los parroquianos. Algunos fans de la ardiente y bullanguera centroamericana, se atreven a asegurar presuntuosamente que “en 300 kilómetros a la redonda, sólo los muertos no han oído hablar de ella”.
Por encima de la pista, desde el centro, como saetas, parten los destellos de luz fosforescente que luego serpentean y se enrollan a lo largo de una pasarela metálica que conduce hasta el escenario, que se magnífica gracias a enormes espejos enmarcados por discretas luces rojas de neón. Hoy, las joyas de oro y plata que adornan sus manos, orejas, cuello y tobillos, dan prueba inequívoca de que el taloneo también deja, porque ella no podría vivir con los 50 pesos que generalmente se les paga por cada “pasarela”, que a lo largo de la noche suelen ser entre 2 y 3.

MUNDOS VACÍOS
En la frontera sur, el intercambio cultural con los vecinos es algo tan común, que las costumbres de unos y de otros llegan a conjugarse. Algunos dicen que llegará un momento en que esto será una frontera libre para el tránsito de mujeres que, hoy por hoy, con sus diferentes modismos y especiales características raciales, hacen felices las noches de hombres amantes de las emociones fuertes.
La zona fronteriza del sur de México, la más vulnerable al SIDA afirma la ONU; Ciudad Hidalgo y Tecún Umán, zonas de alto riesgo. Elena Azaola, investigadora del CIESAS en el DF (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social), dijo que principalmente son las niñas quienes en mayor medida sufren esa situación y que más de la mitad de ellas son de origen centroamericano. Asimismo, comentó que los datos de la investigación revelaron que de las 600 víctimas de explotación sexual, 11 están contagiadas de SIDA.
Al participar en la reunión binacional México-Guatemala, que se realiza en esta ciudad de la zona Altos de Chiapas, la investigadora explicó que existen cuatro tipos de explotación sexual comercial: prostitución, pornografía, tráfico o venta y turismo. Agregó que en Chiapas sólo se hallaron indicios de la prostitución y el tráfico de menores.
La prostitución termina transformándose en una suerte de supermercado, al que cualquiera puede acudir para satisfacerse, llenar un vacío, realizar sus exigencias y secretas fantasías. Desde las creencias sociales, la prostituta es la gran maestra: ella sabe todo y es capaz de todo. Tras el guiño de un ojo está la invitación al encuentro. La apertura provocativa de un escote o la cortedad de la falda aseguran el placer. Con sus labios rojos llama, convoca, invita a un placer del cual ella se presenta como dueña absoluta.
Finalmente, en nuestros días en la frontera sur, en esta parte olvidada del país, donde el tráfico de armas, el SIDA, los secuestros, la violencia y el narcotráfico se dan constantemente y donde la prostitución es uno de los caminos más cortos, aunque no el más fácil para la sobrevivencia de miles de jóvenes mujeres mexicanas y centroamericanas.
Reportajes

30/11:46 | La prostitución: Un trueque común en la frontera sur
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