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sábado, 21 de junio de 2008

Ley de paternidad cambia patrones de población

Costa Rica: Ley de paternidad cambia patrones de población
La paternidad responsable implica, también, preocuparse de dar afecto a la prole (Foto: Coriac, México).

La Ley de Paternidad Responsable, vigente en el país desde abril de 2001, habría sido uno de los factores clave para que Costa Rica haya alcanzado la tasa de crecimiento poblacional de reemplazo, según el especialista y director del Centro Centroamericano de Población (CCP) de la Universidad de Costa Rica (UCR), Luis Rosero.

(Mujereshoy) En un artículo publicado por el Servicio de Noticias de la Mujer, la periodista Thaís aguilar señala que la tasa de reemplazo toma en cuenta sólo la fecundidad y significa que una generación será reemplazada por otra de igual tamaño.

Para especialistas en población, este es el sistema ideal de crecimiento –ni menor ni mayor–, pues no genera exceso en el número de personas, como sucede en China continental, ni una disminución que amenace el crecimiento poblacional de un país, como ocurre en Uruguay. Es una tasa de crecimiento cero.

De acuerdo con Rosero, este descenso en la tasa de crecimiento poblacional quedó en 2,1 por ciento, es decir, que este es el número de hijos e hijas que tendría una mujer al término de su vida fértil (entre los 45 y 50 años). Ese indicador ha ido bajando desde 1985, cuando la tasa global de fecundidad era de 3,5 hijos/as.

Rosero aseguró que la tasa de equilibrio coincide, entre otros factores, con la entrada en vigor de la Ley de Paternidad, en abril de 2001. Medidas de este tipo han provocado cambios bruscos en el número de nacimientos en otras partes del mundo, como suele suceder con la aplicación de programas de salud reproductiva.

Con ello coincide la experta del Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), Gina Valituti, quien afirmó que en otros países de América Latina, donde se han impulsado leyes similares, bajó la tasa de crecimiento drásticamente. Así sucedió en algunos estados de Brasil y Estados Unidos.

Empero, el especialista del CCP comentó que en el caso de la nación centroamericana influye también el hecho de que las y los costarricenses están prefiriendo familias pequeñas, las mujeres se incorporan cada vez más a actividades económicas y optan por mayor control del tamaño de sus familias.

Rosero considera, además, que la Ley de Paternidad ha llevado a que los hombres se cuiden más en sus prácticas sexuales, ya que desde el año 2003 el porcentaje de nacimientos registrados como de “padre desconocido” pasó de 30 por ciento a 10 por ciento en Costa Rica.

Por qué la ley

La existencia de miles de nacimientos de niños y niñas sin reconocimiento voluntario y legal por parte del progenitor era muy alta, con una tendencia sostenida desde la década pasada, de acuerdo con datos del INAMU.

En 1990 estos casos fueron el 21 por ciento del total nacimientos, en 1996 de 27 por ciento y en 1999 el 30,3 por ciento, lo que dejaba sin protección, especialmente económica, a miles de bebés.

La Ley de Paternidad busca el apoyo económico –y ojalá afectivo– de esa tercera parte de bebés; que queden inscritos con los apellidos del padre y la madre, además de disminuir sensiblemente los procesos judiciales de investigación de paternidad.

“Asimismo, la aplicación de la Ley redundará, a mediano y largo plazos, en un mayor sentido de responsabilidad de los hombres y de la sociedad en general en torno a la paternidad”, señalaba la doctora Xinia Carvajal en un documento introductorio de la Ley, cuando ella era la Ministra de la Condición de la Mujer.

Con este cambio legal, la mujer es la que indica quién es el padre de su hijo y así se le inscribe. Si el hombre considera que el bebé no es suyo, debe someterse a un examen de ADN para demostrar lo contrario, explicaron representantes de la Comisión de seguimiento de la Ley, integrada por representantes del INAMU, el Ministerio de Salud, la Defensoría de los Habitantes y de organizaciones no gubernamentales.

Para la psicóloga del INAMU, Suiyen Ramírez, la Ley de Paternidad Responsable está generando importantes cambios culturales en el ejercicio de la sexualidad masculina, según demuestran los índices de crecimiento poblacional de la CCP.

Con apoyo de la oficina del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) en Costa Rica, el INAMU estudió las actitudes masculinas hacia la paternidad en una muestra de hombres que se hacen la prueba de ADN.

De acuerdo con los resultados, en ellos persisten “grandes brechas de género en la atención, el cuidado y la crianza de hijas e hijos, que se refuerzan a través del aprendizaje social sobre lo masculino y lo femenino y cristalizan en el papel proveedor de los padres, a pesar de que hoy, más que nunca, las mujeres también contribuyen a satisfacer las necesidades materiales de sus hijas e hijos”.

La amplia divulgación de esta ley provocó una verdadera agitación social, a tal punto que el folleto publicado por el INAMU, con la regulación y los comentarios a la propuesta, está agotado desde hace casi dos años.

Sólo entre mayo y junio de 2001, recién aplicada la nueva norma jurídica, el INAMU recibió más de 11.000 llamadas para consultas y, desde este año, los Consultorios Jurídicos de la Universidad de Costa Rica abrieron áreas especializadas en paternidad responsable para atender la demanda.

En 2004 el número de pruebas de ADN realizadas en el país aumentó en 28 por ciento. Mientras en 2003 se citaron a 1.100 grupos (madre, padre y bebé) para el examen, el año pasado se llamó a 1.410. Si el hombre no se presenta, se da por un hecho que es el padre de la criatura y la ley le obliga a pagar pensión alimentaria.

Del número de pruebas realizada el año pasado, en un 19 por ciento de los casos se demostró que el hombre no era el padre del bebé y, de acuerdo con el laboratorio de pruebas de la estatal Caja Costarricense de Seguro Social, esa tendencia se mantiene desde 2003.

Gina Valituti, del INAMU, aclaró que la paternidad responsable no sólo supone la dotación de ayuda económica para la manutención de una criatura, sino que implica compromisos afectivos y participación en la guarda y crianza de un hijo o hija, aspectos que, lamentablemente, no pueden cambiarse mediante ninguna ley, sino a través de transformaciones culturales que enseñen a los hombres a responsabilizarse con su prole.

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