Reflexión sobre la mentira del país que miente: Costa Rica, un país que conocerlo de verdad da pena. Si por ellos fuera se añadirían como un nuevo Estado-USA

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sábado, 21 de junio de 2008

¡Estoy en Costa Rica!

Estoy en Costa Rica!
Miren, ya me fui de Panamá y llegué a Costa Rica, país maravilloso si los hay. Resulta que aquí me encontré con un amigo y compañero de estudios de la Universidad de Columbia (Nueva York). ¡Imagínense cuántos años hace!

Se llama Jacobo Schifter Sikora. Ese es su nombre completo y no se olviden del Sikora, porque hay muchos en Rosario y parece que son familia. Así que si algún Sikora me está leyendo hoy, pueden dejarle un mensajito a Jacobo que él lo va a leer y contestar (dice que por favor no le pidan plata porque está quebrado).

Jacobo es hoy Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Costa Rica. Escribió como mil libros y es muy reconocido en el ambiente académico. Para mi sorpresa, mi compañero, que era historiador, terminó escribiendo libros controversiales sobre la sexualidad. Uno de los más sobresalientes fue su estudio sobre un prostíbulo de hombres en medio de la ciudad capital, San José. Jacobo fue el primero a nivel mundial en estudiar el funcionamiento de una casa especializada en prostitución masculina (bah, ¡un burdel de varones!). Este libro se llama La Casa de Lila y se consigue en Amazon.com, tanto en español como en inglés.

Ahora, Jacobo ha revelado un secreto mal escondido de la nueva Costa Rica: el turismo sexual. Este hermoso país centroamericano se está convirtiendo en la nueva Tailandia. Esto significa que un porcentaje cada vez más importante del turismo viene a Costa Rica en busca de relaciones sexuales. Sin embargo, el libro de Jacobo, que se llama Mongers in Heaven (Viejos Verdes en el Paraíso), es una de las poquísimas investigaciones a nivel internacional que se centra en el turista y no tanto en la prostituta.

Se revelan entonces las paradójicas contradicciones de los turistas sexuales, que por un lado pagan por las relaciones, y por el otro, buscan el amor y el romance. Los norteamericanos se quejan de la frialdad y materialismo de las mujeres norteamericanas y opinan que las trabajadoras del sexo en Costa Rica son más cariñosas y desinteresadas. Jacobo nos dice que la simulación y el autoengaño vienen en las maletas de los turistas.

Costa Rica se convierte en una Disneylandia del sexo, donde la gente sabe que todo es un show, pero aún así, paga por la entrada. Las trabajadoras del sexo pasan a ser una especie de actrices y profesionales de la seducción, esperando que un príncipe azul las saque del subdesarrollo. La mayoría termina adicta al alcohol y al crack. Sin embargo, unas pocas, logran casarse y acceder así al Primer Mundo.

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