Reflexión sobre la mentira del país que miente: Costa Rica, un país que conocerlo de verdad da pena. Si por ellos fuera se añadirían como un nuevo Estado-USA

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viernes, 13 de junio de 2008

Informe sobre el estado de la comunidad nicaragüense en Costa Rica

Informe sobre el estado de la comunidad nicaragüense en Costa Rica

Informe sobre el estado de la comunidad nicaragüense en Costa Rica


GRAN CONVENCIÓN DE NICARAGÜENSES
EN EL EXTERIOR
(Miami, Florida, 9-11 de junio de 2006)


Informe sobre el Estado de la Comunidad
Nicaragüense en Costa Rica



Alberto Cortés Ramos
Nicaragüense y costarricense. Politólogo. Profesor asociado, Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica.
Miembro fundador de la Red Voces y Acciones contra la Xenofobia y la Exclusión (Costa Rica).


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ÍNDICE



1 . Presentación

2 . La migración nicaragüense hacia Costa Rica en perspectiva histórica . . . . . . .

I PERÍODO: MIGRACIÓN LABORAL NICARAGÜENSE EN COSTA RICA DESDE FINALES DEL SIGLO XIX HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX

I I PERÍODO: DE MIGRACIÓN LABORAL A MIGRACIÓN POLÍTICA (1975 1990)

I II PERÍODO: DE MIGRACIÓN POLÍTICA A MIGRACIÓN ECONÓMICA (1993-2006)

3. CARACTERÍSTICAS Y DINÁMICA DE LA MIGRACIÓN NICARAGÜENSE EN COSTA
RICA EN LOS NOVENTA

ORIGEN E INSERCIÓN GEOGRÁFICA

INSERCIÓN LABORAL

4. IMPACTO SOCIO-ECONÓMICO DE LA MIGRACIÓN NICARAGÜENSE EN COSTA RICA
PARA EL PAÍS RECEPTOR Y EL PAÍS DE ORIGEN

EXPANSION ECONÓMICA Y ESTEREOTIPOS

REMESAS

COSTOS EMOCIONALES Y FINANCIEROS

ACTITUD GUBERNAMENTAL

5 . ACONTECIMIENTOS RECIENTES

6 . BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA



1. Presentación

A lo largo de su historia, Nicaragua ha sido un país de emigración. No es casual que la proclividad a salir del país aparezca en el imaginario literario nicaragüense en autores de la talla de Rubén Darío, quien percibía ese rasgo de su gente de la siguiente manera:

“... El nicaragüense es emprendedor, y no falta en él el deseo de los viajes y cierto anhelo de aventura y de voluntario esfuerzo fuera de los límites de la patria. Entoda la América Central existen ciudadanos de la tierra de los lagos que se distinguen en industrias y profesiones, algunos que han logrado realizar fortunas y no pocos que dan honra al terruño original…”. Citado en: Cuadra, 1971: 86.

Y de Pablo Antonio Cuadra, quien en su caracterización del nicaragüense señala que:

“... Como los personajes de sus “cuentos de camino”, el nicaragüense lleva en la sangre la tentación de “rodar fortuna”. Nos han llamado “los chinos de Centro América”, los “judíos del istmo”. A pesar de nuestra escasa población –11.8 habitantes por kilómetro cuadrado – existe en Costa Rica una colonia de más de cincuenta mil nicaragüenses, en San Francisco de California cerca de cinco mil (poseemos uno de los índices más altos de emigración en Hispanoamérica) y en los lugares más lejanos e inverosímiles hay siempre un viajero que no regresó –unnicaragüense tentado por la aventura y mordido por la nostalgia…” (Cuadra, 1971:
81).

La emigración nicaragüense ha tenido varios destinos a lo largo del siglo XX. Por su cercanía y por los vínculos entre familias, uno de los destinos privilegiados, sino el más importante en términos numéricos, ha sido Costa Rica. En términos general, posiblemente por la temprana estabilidad de este último país y por la temprana inestabilidad de Nicaragua, el flujo migratorio se ha caracterizado por ir de norte a sur. Se pueden rastrear en el siglo XIX y XX movimientos migratorios de diversa índole entre estos dos países.

El presente informe intenta dar cuenta de estos movimientos. Con ese propósito, su estructura es la siguiente: en la primera sección se abordará la dinámica migratoria entre Nicaragua y Costa Rica en una perspectiva histórica, haciendo una periodización y caracterización de los principales flujos migratorios a lo largo de la historia de ambos países desde finales del siglo XIX. En la segunda sección se realiza una caracterización de la dinámica y características de la migración nicaragüense en Costa Rica durante la década del noventa y hasta el presente. En la tercera sección se analiza el impacto económico, social y político de la migración nicaragüense en ambos países.

2. La migración nicaragüense hacia Costa Rica en perspectiva
histórica

La dinámica migratoria entre Nicaragua y Costa Rica no es reciente, sino de larga data. Su dinámica ha cambiado de forma y magnitud, pero el vínculo migratorio ha persistido a lo largo de la historia de ambos países. Se podrían señalar a grandes rasgos cuatro grandes períodos migratorios:

I Período: Migración laboral nicaragüense en Costa Rica desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX

El primer gran flujo de inmigración nicaragüense en Costa Rica se desarrolló a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, como consecuencia del desarrollo de tres grandes actividades económicas en este último país: la construcción del ferrocarril al Caribe, la explotación minera en Abangares y el desarrollo del enclave bananero. De hecho, en este período Costa Rica atrajo migración de diversas partes del mundo, incluyendo China e India para el ferrocarril y caribeña, principalmente de Jamaica, para el enclave bananero. Entre esta inmigración destacaba la nicaragüense.

De hecho, la población inmigrante nicaragüense registrada en el Censo Nacional de Costa Rica de 1927 fue 10,673 personas, representando un 24.1% del total de la población inmigrante (el grupo más grande era la población jamaiquina con un 38.9% del total de la población inmigrante) y un 2.3% del total de la población costarricense (471,524 habitantes). En relación a la población total de Nicaragua que era cercana a los 650 mil habitantes en esa época, la emigración a Costa Rica representaba 1.6% de la población total del país.

En términos de origen y destino, la mayor parte de la migración nicaragüense en Costa Rica provenía del departamento de Rivas y se ubicó en los enclaves bananeros tanto en la zona costera del Pacífico (Quepos, Golfito), como en la zona costera del Caribe. (Brenes, Gilbert, 1999; Hall y Pérez Brignolli, 2003: 95). Durante el período 1930-1950, la emigración nicaragüense hacia Costa Rica se redujo apreciablemente por la contracción de la actividad económica de enclave por la crisis económica internacional en los anos treinta y que continuó hasta el fin de la II Guerra Mundial.

En la década de los cincuenta reapareció la migración laboral de Nicaragua hacia Costa Rica, de la mano de la recuperación de las actividades de enclave y del inicio de la producción de algodón en ese país. Aunque muy reducida en términos de cantidad, en esta época hubo también inmigración por asilo político. Sin embargo, durante esas
décadas la emigración nicaragüense nunca recuperó la intensidad y la magnitud que tuvo a inicios del siglo XX. De hecho, en los censos nacionales de 1950 y 1963, la población nicaragüense se mantuvo estable en poco más de 18 mil inmigrantes, lo que significa una reducción en términos relativos con respecto a la población total equivalente a 2.4% en 1950 y a 1.4% en 1963. En relación a la población total de Nicaragua, la emigración en Costa Rica representó en ese momento un 1.2% del total de la población del país.

En el Censo Nacional de 1973 la inmigración nicaragüense bajó en términos absolutos y relativos, siendo registrados solo 11,871 nicaragüenses en territorio costarricense, equivalentes a un 1.2% del total de la población del país y menos del 1% del total de la población total de Nicaragua, siendo este posiblemente el punto más bajo de emigración de la historia reciente de Nicaragua (ver figuras 1 y 2 en Anexo). (CCP, 2006; Fonseca, 1996: 204-205; Torres-Rivas, 1980: 154-5)

A mediados de la década del setenta, arrancó una nueva coyuntura de crisis regional que tuvo como epicentro el conflicto político-militar en Nicaragua, que adquirió una gran intensidad y violencia al final de la década. Ello conllevaría un cambio significativo en la dinámica migratoria que se analizará en la siguiente sección.


II Período: De migración laboral a migración política (1975-1990)

Como se señaló con anterioridad, en términos de la dinámica migratoria de ambos países a mediados de la década del setenta se inició un nuevo período, que se prolongó hasta el año 1990. Esta etapa se caracterizó por el cambio de una emigración motivada por factores económicos a una emigración motivada por factores políticos e ideológicos con un transfondo de alta conflictividad militar.

El cambio arrancó con la etapa final de la época somocista, cuando el conflicto políticomilitar adquirió una dimensión nacional y la represión alcanzó a la población civil, generando un masivo desplazamiento de población nicaragüense hacia otros países. En el caso de Costa Rica, se estima que entre 1975 y 1979 recibió al menos 80 mil personas. Sin embargo, entre 1979 y 1980 regresó a Nicaragua una importante cantidad
de esta población debido a los acontecimientos que siguieron al 19 de julio de1979. Pocos años después, se inició un nuevo flujo migratorio motivado por el rechazo a la orientación del proceso revolucionario y por la violencia del conflicto armado que vivió el país en ese período. Al final de la década, se agregó la creciente crisis económica. No es casual entonces que el Censo Nacional de Costa Rica de 1984 registrara 45,918 personas nicaragüenses, un incremento del 286.8% con respecto a la población nicaragüense registrada en el censo de 1973.

Como bien se sabe, los censos tienen limitaciones para capturar la inmigración en toda su complejidad y tamaño por la gran movilidad que tiene esta población y tienden a subestimar la población extranjera, particularmente la que está en condición irregular. Esta limitación vale para el caso de la inmigración nicaragüense en Costa Rica. Así, para ese período particular se han hecho otros cálculos sobre la cantidad de nicaragüenses en el vecino país que indican que, entre migrantes y refugiados, llegó a haber entre 120 y 285 mil personas, de las cuales cerca de 40 mil tenían status de refugiados. En ese período se calcula que Nicaragua llegó a tener casi 700 mil personas fuera del país. (del Cid, 1992: 38-39; Membreño, 2001: 103)

Figura 1: Población nicaragüense viviendo en otros países, 1980-1988 (miles).

Fuente: Membreño, 2001: 103 (Cuadro No. 12). Reelaborado por el autor.

La población total de Nicaragua en 1990 era de aproximadamente 3.8 millones de habitantes, la población nicaragüense en Costa Rica representaba un 7.5% de su población total. En relación a este último país, la inmigración nicaragüense representaba un 9.5% respecto a su población total, un aumento de 400% en menos de una década. Más allá de estos datos, hay poca información sobre otras características de la inmigración nicaragüense en Costa Rica durante los 80s (género, edad, actividades, ubicación geográfica, etc.).

Con las elecciones de 1990 en Nicaragua y el cambio de régimen político y económico se cerraría esta etapa caracterizada por la emigración por factores político-ideológicos. A inicios de los 90s hubo un retorno de gran cantidad de migrantes desde Costa Rica, esperanzados por el cambio de régimen, el proceso de pacificación y las promesas de desarrollo por la nueva condición política del país. En la siguiente sección se discute la dinámica migratoria que arrancaría en los 90s y que se mantiene hasta el presente.

III Período: De migración política a migración económica (1993-2006)

Después de un corto período en el que regresaron miles de nicaragüenses entre 1990 y 1993, se inició un nuevo período de emigración. El demógrafo costarricense, Dr. Luis Rosero Bixby (2004) indica que este nuevo flujo migratorio de Nicaragua hacia Costa Rica se alimentó de individuos desplazados del empleo público, del ejército o del campo. A ello se agrega que, posiblemente, esta migración aprovechó las redes creadas por quienes habían migrado en la década anterior. Abelardo Morales, uno de los más importantes estudiosos de la inmigración nicaragüense en Costa Rica, describe los factores de expulsión de esta manera:

‘Durante la década de los noventa, las causas de las emigraciones aparecen como un conjunto de respuestas colectivas a una combinación de situaciones críticas, a ellas se ligan la crisis económica y el estancamiento productivo, con las secuelas de

la turbulencia política y la precaria estabilidad de posguerra alcanzada por ese país.’ (Morales, 2002)


Pero para que haya migración no basta que existan factores de expulsión, también tienen que existir factores de atracción. En el lado costarricense, estos factores existían y estaban vinculado al acelerado proceso de diversificación económica y de transnacionalización que vivió el país desde finales de la década de los 80s, lo que se manifestó en la expansión de las exportaciones tradicionales (café, banano, caña de azúcar) y no tradicionales (yuca, cítricos, macadamia, piña, melón, naranja, etc.) en el sector agrícola; la expansión de la construcción y de zonas francas (maquila), así como el desarrollo del sector servicios vinculado con la expansión de la industria turística. A ello habría que agregar el desarrollo de la maquila tecnológica con la llegada de Intel y
la expansión de los denominados call-centers a finales de la década de los 90s (Acuña, 2000; Morales, 2002). Para enfrentar este proceso acelerado de expansión económica Costa Rica sufría una escasez relativa de mano de obra debido, en buena medida, a la reducción de nacimientos que el país había tenido en los años 70s (Rosero, 2005). Esta “contingencia histórica” generó una demanda por fuerza de trabajo a la que la migración nicaragüense le era sumamente funcional.

A este factor estructural debe sumarse el hecho de que el diferencial salarial entre ambos países es asimétrico, con salarios entre tres y ocho veces más altos en Costa Rica que en Nicaragua, en dependencia de la actividad (Acuña, 2000; OIM, 2001). Otros factores son la cercanía y familiaridad con el país debido a vínculos generados en los 80s y la existencia de una frontera sumamente porosa. Todos estos factores estimularon y posibilitaron la inserción de la migración laboral nicaragüense en los distintos mercados laborales costarricenses en la década del noventa. A finales de la década de 1990, el huracán Mitch (199 contribuyó a generar un componente de migración ambiental hacia Costa Rica, en este caso sobre todo de orientación rural-rural (Mojica, 2004).

En terminos de cantidad, posiblemente el flujo migratorio nicaragüense hacia Costa Rica alcanzó su pico a finales de la década del noventa e inicios de la presente década, con la presencia de 226,374 nicaragüenses en condición regular según el Censo de 2000 y una cantidad aproximada un poco menor de migrantes en condición irregular, para un total de cerca de 450 mil nicaragüenses. Si tomamos en cuenta la cifra oficial del Censo, la población nicaragüense en Costa Rica representaba un 5.9% de la población total. Si se hace el cálculo a partir del estimado que incluye a la población en condición irregular, la población nicaragüense representaba cerca del 11.8% de la población total, posiblemente el porcentaje más alto de nicaragüenses en Costa Rica (ver crecimiento en Figuras 1 y 2). En lo que respecta a Nicaragua, la emigración a Costa Rica representaba cerca del 9% de su población total en el año 2000, también un porcentaje muy alto. En la siguiente Figura 3, basada en el Censo, se observa como una gran mayoría de la población nicaragüense residente en Costa Rica llegó al país después de 1990 (68%).



Figura 3: Censo de Población de Costa Rica (2000): Nacidos en Nicaragua por año de llegada.


Fuente: INEC. Censo de Nacional de Población, 2000. www.inec.go.cr

Es importante destacar que estimaciones a partir del 2003, tomando en cuenta la matrícula de estudiantes en el sistema educativo, el número de rechazos y deportaciones, la Encuesta de Hogares (anual) y el faltante de fuerza de trabajo en actividades en las que hay alta presencia migrante, evidencian una reducción en el ritmo de llegada de inmigrantes nicaragüenses a Costa Rica. Hay varias posibles explicaciones para esta reducción, incluyendo el incremento de la emigración a El Salvador, la creciente hostilidad anti-nicaragüense en Costa Rica y una leve mejoría en la situación económica en Nicaragua (La Nación, 2006). En la siguiente sección se analizan las principales características de la dinámica migratoria nicaragüense en Costa Rica en la década del noventa.

3. Características y dinámica de la migración nicaragüense en Costa Rica en los noventa.

En esta sección se hará una caracterización del origen e inserción geográfica; una caracterización socio-demográfica y de la inserción laboral de la población nicaragüense en Costa Rica; y un breve análisis de las principales reacciones sociales e institucionales que se han desarrollado en relación a esta población.

Origen e inserción geográfica

La población nicaragüense hacia Costa Rica en los 90s proviene de zonas urbanas y rurales de las distintas macroregiones de Nicaragua, con dinámicas temporales que van desde la estacional (entre 3 y 11 meses), las semi-temporales (entre uno y dos años sin visitar el país), hasta estadías permanentes (más de dos años).

En la Figura 3 se pueden analizar las principales características sociodemográficas y geográficas de la emigración nicaragüense. La mayor parte de la migración permanente proviene de la región Pacífico del país, que aporta un 73.4% del total de este tipo de emigración. En el caso de la migración estacional, el 61.7% proviene del resto del país.
En lo que respecta a la condición socioeconómica de las familias con migración a Costa Rica, tienen condición de pobreza un 30% de los hogares con migración permanente y un 50% de las familias con migración estacional. Esta información confirma el hecho de que no solo migran las personas provenientes de hogares pobres, estereotipo recurrente en la mayoría de las sociedades receptoras de migración.

En lo que respecta al nivel de escolaridad, es mucho más alta en la población que migra de manera permanente a Costa Rica, con casi un 40% con educación secundaria o universitaria, frente a un 19.5% en el caso de la población migrante estacional. También existen diferencias entre la escolaridad de la población migrante en Costa Rica y la escolaridad de la población de Nicaragua: en promedio la población migrante tiene más años de escolaridad que el promedio nicaragüense, aunque menos años que la población costarricense. De hecho, 65% de las personas migrantes entrevistadas tenían estudios secundarios (incompletos o completos).

Tabla 1: Indicadores de la población emigrante nicaragüense en Costa Rica, 2000.

Fuente: Tomado de Baumeister, 2006: 42. Cuadro 24. Modificado por el autor.

Por su parte, el Censo Nacional de Población de Costa Rica (2000), señala que la inmigración nicaragüense es mayoritariamente joven: el 58.6% tiene entre 20 y 40 años; el 24.9% son menores de 20 años. En zona rural, la población menor de 40 años se incrementa al 64%. Es decir, el grueso de la población migrante está en una edad de alta productividad. Dimensión de Género. La inmigración nicaragüense en Costa Rica cuenta con una importante participación femenina. Según el censo hay más mujeres que hombres: 95.448 hombres vs. 95.515 mujeres. Hay más mujeres que hombres en zona urbana y viceversa. Estos datos confirman la creciente tendencia de la feminización de las migraciones.

En términos de la inserción espacial, la mayor presencia de población migrante se localiza en la denominada Gran Área Metropolitana, la región norte y el caribe del país. En términos generales, la migración nicaragüense tiene mayor presencia urbana (60%) que rural (40%), aunque habría que matizar estos datos por el hecho de que el censo no registra la población irregular, o la que lleva residiendo menos de seis meses en el país. La mayor parte de la población migrante rural está articulada con dinámicas migratorias temporales de menos de 6 meses.

Figura 4: Costa Rica. Inserción Urbana y Rural del la Inmigración

Fuente: INEC. Censo Nacional de Población, Costa Rica (2000).

Inserción laboral

Otro aspecto a destacar es la inserción laboral de la población nicaragüense en CostaRica. Existe un amplio consenso entre los estudiosos del tema en torno a que la población migrante, más que competir por empleo con población nacional, la complementa pues tiende a ubicarse en nichos que la fuerza laboral costarricense prácticamente abandonó. Se podrían afirmar dos cosas en esta línea: primero, que los
mercados laborales están claramente segmentados y segundo, que la fuerza de trabajo nacional no puede abastecer la demanda de empleo del país. Estos nichos laborales son actividades de recolección agrícola (principalmente actividades temporales, construcción, empleo doméstico, seguridad privada y comercio (en menor proporción).

Tabla 2: Costa Rica. Tipo de inserción laboral de la población migrante según
temporalidad.

Fuente: Cortés Ramos, 2005.

Es decir, la inserción laboral de la población migrante nicaragüense en Costa Rica se caracteriza por la preponderancia de oficios no calificados o poco calificados, actividades que demandan largas jornadas de trabajo, mal remuneradas y que exigen un esfuerzo físico intenso.

Tabla 3: Costa Rica. Salario promedio por hora (US$) de trabajos no calificados
según nacionalidad

Fuente: OIM, 2001: 23 (Cuadro

Como se puede observar en la Figura 6, la población inmigrante nicaragüense recibe una paga inferior tiene que trabajar hasta tres horas más al día para poder obtener la misma paga que un costarricense, como se observa en la figura 6. Es importante destacar que un ámbito de la dinámica migratoria nicaragüense en Costa Rica es la inserción de inmigrantes en actividades laborales de alta calificación. Es decir, cuántos profesionales nicaragüenses trabajan en su oficio en Costa Rica. Asimismo, tampoco hay estudios detallados sobre el nivel de inversión del capital nicaragüense en Costa Rica.

4. Impacto socio-económico de la migración nicaragüense en Costa
Rica para el país receptor y el país de origen

Expansion económica y estereotipos

Como ya se ha señalado, en el caso de Costa Rica la presencia de la población migrante ha contribuido a incrementar la oferta de fuerza de trabajo en edad productiva, permitiendo una continua expansión económica y un incremento de las ganancias para el sector empresarial que contrata fuerza de trabajo migrante.

Sin embargo, el rápido crecimiento de la presencia de inmigración nicaragüense en el país entre 1995 y 2003, así como su concentración en partes determinadass, ha generado reacciones hostiles de ciertos sectores y, en casos aislados, reforzado actitudes xenofóbicas. A ello han contribuido los medios de comunicación que, de manera amarillista e irresponsable, cuando suceden actos delictivos cometidos por inmigrantes, hacen hincapié en la nacionalidad del autor del crimen y no en el evento mismo. Ello contribuye a generar la sensación de que la población migrante nicaragüense es violenta y tiene una predisposición a delinquir. Esto es falso, como lo demostró de manera reciente un estudio del PNUD, que señala que en términos de actos delictivos, la
población inmigrante nicaragüense está sub-representada. Desafortunadamente estos estudios académicos o técnicos tienen poca divulgación en la opinión pública.
(Ver: http://www.nu.or.cr/indh/downloads/InformeNacional.pdf)

Otros estereotipos comunes asociados con la población nicaragüense señalan es la responsable del deterioro de servicios públicos tales como el Seguro Social y el sistema educativo y, además, que roban trabajo a la población nacional. En la misma línea que con el tema de la delincuencia, académicos, centros de investigación universitarios,
organizaciones sociales y religiosas, así como investigaciones de organismos humanitarios internacionales han demostrado una y otra vez la falsedad de estos estereotipos (Cortés Ramos, 2003),2 pero su arraigo en ciertos sectores de la población nacional tiene que ver más con prejuicios clasistas y racistas que con la realidad.

Remesas

En el caso de Nicaragua, la dinámica migratoria con Costa Rica tiene varias implicaciones. Una de las más mencionadas es el impacto económico que puede ser visto de varias maneras: Primero, la recepción de remesas que envían la población migrante a sus familias en el caso de quienes residen de forma semipermanente o permanente en Costa Rica. En el caso de la población nicaragüense que trabaja de forma estacional en Costa Rica, las remesas no son enviadas sino que son traídas por los
migrantes a su retorno a Nicaragua. Las estadísticas indican que el rubro de remesas juega un papel muy importante como generadora de divisas para el país, como se observa en la Figura 7:

Nicaragua. Evolución de las remesas. 1989-2003.

Fuente: Baumeister, 2006: 17.

Hay estimaciones que indican que la población nicaragüense en Costa Rica envio en el año 2003 aproximadamente 250 millones de dólares en remesas. La importancia económica de este rubro para Nicaragua se hace evidente, ya que superaron el monto de las exportaciones de ese año. En términos de la relación con el PIB nicaraguense, las remesas representaron casi el 20% en el año 2002-2003 (Baumeister, 2006: 1, el porcentaje más alto de todos los países receptores de remesas de América Latina y uno de los más altos del mundo. Desde un punto de vista social, casi un 20% de los hogares del país recibían remesas a nivel nacional, un 25% de los hogares urbanos y casi un 10% de los hogares rurales (INEC, 2006). Es decir, las remesas son un componente importante de los ingresos de miles de hogares urbanos y rurales de Nicaragua.

Costos emocionales y financieros

Desde un punto de vista más vivencial, la experiencia migratoria también implica un costo emocional muy alto para la población migrante y sus familiares, debido a la separación y el sufrimiento que ello genera. Desafortunadamente, este aspecto no ha sido asumido con la seriedad que merece por parte de las autoridades gubernamentales de los distintos países de la región, a pesar de que ya se están viviendo algunos de sus efectos: migración infantil y los riesgos de prostitución, delincuencia y muerte que ello conlleva, o el incremento de la participación de la juventud en dinámicas violentas (maras) debido a la ausencia de los padres en su infancia y adolescencia, sumado a la dura vida tanto en las sociedades de origen como de recepción, que no les ofrecen horizontes de oportunidad ni esperanza.

Uno de los mayores problemas que sigue teniendo la población migrante en condición irregular es el alto costo que tienen los documentos (pasaporte, certificados) en Nicaragua, requisitos para poder regularizar su condición en el país receptor. En síntesis, el tema migratorio tiene un lugar muy bajo en la agenda diplomática del gobierno nicaragüense y en la agenda bilateral, lo que se refleja hasta en los aspectos de procedimiento que afectan negativamente a la población nicaragüense en Costa Rica. Sin embargo, a nivel del Estado hay una actitud más activa de parte de la Procuraduría, que ha tenido una mayor presencia en Costa Rica con el propósito de recolectar información sobre la situación de la población migrante en el vecino país.

Actitud Gubernamental

En lo que respecta a la actitud gubernamental en Nicaragua hacia esta compleja problemática, habría que señalar que para la importancia económica y social que tiene el fenómeno migratorio, la atención que ha merecido en términos de política pública por parte de los gobiernos de turno es muy baja. En el caso de la relación bilateral con Costa Rica, el énfasis ha estado puesto en el tema de la navegación costarricense en el Río San Juan, sin una adecuada diferenciación de este tema diplomático con el migratorio, que tiene connotaciones laborales, económicas y humanitarias muy particulares.

Sin duda alguna, Nicaragua requiere con urgencia la formulación y ejecución de una política migratoria del Estado nicaragüense, de carácter integral, dirigida entre otros aspectos a lograr una atención permanente y sostenida del problema migratorio en sus diversas manifestaciones. Además de apoyar los derechos fundamentales de los emigrantes (ciudadanía; cedulación; voto en el exterior; restricciones impuestas por el Articulo 152 de la Constitución Política), dicha política de Estado debería impulsar un desarrollo económico sostenido que no solo se refleje en el mejoramiento estadístico de las variables macroeconómicas, sino que beneficie en forma clara y directa a las
personas de mas bajos ingresos que habitan en las zonas rurales y sub-urbanas. En otras palabras, que impacte favorablemente sobre los grupos mas vulnerables y pobres de la población. Ello permitiría reducir gradualmente la “fuga de cerebros”, incluyendo en esa expresión, además de los profesionales y técnicos, a personas altamente calificadas en tareas y actividades de todo tipo que requieren destrezas o conocimientos especiales, como por ejemplo, la industria de la construcción, para mencionar solo una de ellas. Asimismo, coadyuvaría al retorno de los nicaragüenses en el exterior, en la medida en que las condiciones internas del país fueran mejorando. El momento es oportuno para un viraje de esa naturaleza.

5. Acontecimientos recientes

Los años 2004 y 2005 fueron particularmente intensos en términos del debate sobre la migración nicaragüense en Costa Rica, por varios eventos: Primero, el intento de deportación masiva de inmigrantes indocumentados en Pavas en enero de 2004, acto
que fue declarado ilegal por la Sala Constitucional. Segundo, el asesinato de un migrante indocumentado por un par de perros “rottweiller” a finales del año 2005,
hecho atroz que generó un amplio debate nacional y que activó a grupos minoritarios xenofóbicos, pero que también generó la condena de muchas organizaciones.3
Tercero, la aprobación en el año 2005 de una nueva ley migratoria que tiene una orientación claramente represiva. Es importante destacar que antes de su aprobación, hubo una fuerte campaña de oposición en la que participaron las universidades públicas, la Defensoría de los Habitantes, el Foro de Poblaciones Migrantes, la Iglesia Católica y
muchas organizaciones sociales. Sin embargo, no se pudo impedir su aprobación en la Asamblea Legislativa. Esta ley entrará en vigencia en agosto del presente año si no es derogada.

Cuarto, el hecho de que, por primera vez en un proceso electoral, el tema migratorio fue planteado abiertamente por cuatro candidatos presidenciales. Los candidatos Ricardo Toledo del oficialista Partido Unidad Social Cristiana y Otto Guevara del Movimiento Libertario manifestaron posiciones duras contra la población migrante y en apoyo a la nueva ley migratoria. Afortunadamente, estos candidatos quedaron en quinto y tercer lugar respectivamente. Los dos candidatos principales, Arias, del Partido Liberación Nacional y Solís, del Partido Acción Ciudadana, manifestaron su rechazo a la nueva ley migratoria y su compromiso a derogarla de llegar al gobierno. Estos dos partidos reunen 42 votos de 57 en la Asamblea Legislativa, así que la derogatoria de la ley podría ser viable. En esa línea trabajan organizaciones sociales y la Iglesia costarricense.

Es importante destacar que en Costa Rica, pese a la hostilidad de ciertos sectores, también crecen las manifestaciones de solidaridad y emerge una sensibilidad social que reivindica la diversidad cultural y la binacionalidad, lógica expresión de la existencia de miles de hogares nicas-ticos y de la creciente mezcla de costumbres y tradiciones entre la población migrante y la nacional. Así, se tiene la doble celebración del Día de la Madre en mayo y de la Purísima en diciembre.

Asimismo, hay una creciente presencia de artistas jóvenes nicaragüenses realizando actividades en Costa Rica (encuentros de escritores y poetas, el grupo musical Perrozompopo, entre otros). También hay iniciativas como las de Ticaragua (http://mipatriaesticaragua.blogspot.com), la Asociación Ticos y Nicas Somos Hermanos (http://www.ticosynicas.org), la Asociación de Trabajadoras Domésticas (ASTRADOMES) la organización de profesionales nicaragüenses CENDEROS, la organización Solidaridad de varias comunidades con alta concentración de población migrante y la antes mencionada Red Voces y Acciones contra la Xenofobia y la Exclusión.

Aunque no tiene su residencia en Costa Rica, también es necesario la creciente actividad e importante presencia en estas iniciativas de la Red Nicaragüense de la Sociedad Civil para las Migraciones. Todas estas actividades e iniciativas buscan fomentar una mejor convivencia y entendimiento entre migrantes y nacionales en Costa Rica e indican un
cambio cualitativo en lo que respecta a la organización de migrantes y nacionales por una buena convivencia binacional.

En términos de la sociedad civil la situación ha cambiado de manera significativa con la creación de la “Red Nicaragüense de la Sociedad Civil para las Migraciones”, instancia que ha logrado generar organización en las comunidades con emigración en Nicaragua y también establecer vínculos con comunidades rurales y urbanas con alta concentración de población migrante en Costa Rica. En esa misma línea, la Red tiene una estrategia de incidencia hacia el Congreso con el propósito de impulsar iniciativas que mejoren la situación de la población nicaragüense en el extranjero y de coordinación de activididades con sus contrapartes en Costa Rica.

En lo que respecta a los medios de comunicación, la migración ha ganado importancia en la agenda mediática. De hecho, tanto La Prensa como El Nuevo Diario han asignado corresponsales en Costa Rica que tienen una participación activa en la cobertura de actividades que afectan a la población migrante. A veces, aunque cada vez con menos frecuencia, el enfoque dado a las noticias contiene una connotación nacionalista4 que tampoco es conveniente para el adecuado abordaje del fenómeno migratorio.

Un último punto a tocar tiene que ver con la agenda electoral nicaragüense que este año estará marcada por las elecciones presidenciales en noviembre. Sobre el particular, hay varios aspectos – fundamentalmente, interrogantes --que surgen, tales como:

¿Cuál será la relevancia del tema migratorio en el debate político electoral?

– ¿Cuáles son las propuestas de los candidatos y partidos para las comunidades nicaragüenses en el extranjero y en particular, para la población migrante en Costa Rica?

– ¿Cuándo se le permitirá a la migración nicaragüense en el extranjero ejercer su derecho a votar?

– ¿Hasta cuándo se seguirá castigando a los/as nicaragüenses que tuvieron que salir del país en contra de su voluntad en la mayor parte de los casos, con vetos y prohibiciones para participar en política no solo con el voto, sino también con postulaciones?

Nicaragua debe asumirse como un país de emigración y reconocer que en el mediano y largo plazo esa situación no es conveniente para los mejores intereses del país. Ello ha generado dinámicas binacionales y transnacionales que no deberían ser vistas como amenazas, sino como un elemento que podría enriquecer tanto a la sociedad como a la política nicaragüense. En esa línea, la participación de la emigración nicaragüense en el quehacer económico, social y político del país debería facilitarse y estimularse, no verse con indiferencia, ni mucho menos vetarse o castigarse. Ese es el desafío.


6. Bibliografía consultada

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