Cátedra de Historia de las Instituciones de Costa Rica
Msc.Erika Golcher.
1994.
El período más reciente, y muy particularmente los últimos años de la década del 80 y los primeros años de los 90, se han caracterizado por la multiplicación y el aceleramiento de los cambios en el sistema internacional. Estas transformaciones están alterando el orden mundial que había regido al mundo desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, modificando el marco en el que se desenvuelven las políticas exteriores de las distintas naciones que conforman el sistema mundial.
El propósito de este artículo es ofrecer un balance de los principales puntos de la agenda de la política exterior costarricense en un mundo en transición y que debe enfrentar los desafíos de un orden que se está redefiniendo a sí mismo.
Partimos con una definición de la política exterior para así aproximarnos a concretar los principales elementos que han modelado la política exterior costarricense desde la década del 50. No solo porque a nivel mundial se entra a un nuevo orden sino, porque a nivel nacional costa Rica comienza a desarrollar un nuevo proyecto político y económico, y es dentro de este marco que podemos llegar a comprender cabalmente la política exterior de la década del 90.
Posteriormente se analiza la política exterior costarricense en la década del 80 y la crisis centroamericana. Es a partir de este análisis que definiremos los principales puntos de la agenda de la política exterior nacional con las distintas regiones del mundo en los últimos años del siglo XX y sus principales objetivos.
I. Definición de la Política Exterior.
Las relaciones internacionales giran alrededor de la interacción entre gobiernos, grupos e individuos. El objetivo de las relaciones internacionales es el estudio de la naturaleza y los factores de cambio que afectan las interacciones entre Estados, grupos e individuos. Este campo de investigación estudia la distribución de poder en una escala global y de interacción entre los centros de poder. (Rosenau: 1969:273).
Por política exterior debemos entender aquel conjunto de normas, actitudes y actividades que un Estado desarrolla en sus relaciones bilaterales o multilaterales con otros países y organizaciones internacionales del sistema internacional, cuyo objetivo principal es controlar el medio externo para mantener las situaciones favorables y disminuir las desfavorables, (Stoessinger, 1980: 37) utilizando todos los recursos de poder a su alcance para maximizar las ventajas y minimizar las desventajas.
En la toma de decisiones para determinar una línea de política exterior el elemento más importante a considerar es lo que los Estados definen como interés nacional frente al ámbito internacional. Una decisión involucra una selección de posición en un campo variado de escogencia, y el ordenamiento de este campo por el cual la posición es identificada, reside en lo que se ha formulado como interés nacional. Así el interés nacional desempeña el papel básico como regulador en la toma de decisiones para la elaboración en la política externa de un país.
El interés nacional de un país en un momento dado se determina según el interés del grupo que se encuentra en el poder, interés que se define por el proyecto de desarrollo que tenga el grupo que en última instancia es el que toma las decisiones. La manera en que ellos toman las decisiones, viene a ser otra manera de decir la forma en que el Estado orienta su acción y él por qué.
Así para entender la política exterior de un país en un momento dado es necesario analizar a los actores, sus intereses y objetivos, sus criterios de selección, los factores externos e internos a los que responden, para comprender las decisiones tomadas (Golcher: 1992:61).
Este interés nacional, en lo que compete a las relaciones internacionales, se compone de principios fundamentales que son los que proporcionan el marco de la política exterior (Golcher: 1989:239). El primer principio es lograr la sobrevivencia del país en el ámbito internacional; los gobiernos deben siempre definir su política exterior pensando en mantener su existencia como tal y evitar ser agredidos no solo en lo militar sino en lo económico y por tanto en asegurar su independencia como nación frente al mundo exterior.
El segundo principio es la defensa de la integridad territorial. El territorio es una opción de la superficie terrestre en la que se aplica, con efectividad de ejecución, un determinado sistema de normas jurídicas. Así el territorio no es más que la esfera de competencia espacial, el marco dentro del cual tiene validez el orden estatal con límites precisos y fijos y en cuyo interior se ejerce la actividad de los gobernantes y los gobernados(Rousseau: 1966:88). Así, como parte del interés y la seguridad nacional se encuentra la preservación del territorio.
El tercer principio el mantenimiento de una política económica que persiga el bien común. En un mundo en el que las economías se encuentran interconectadas y en donde el orden económico mundial es injusto y existen desigualdades de riqueza entre las naciones; la supervivencia económica depende, para el mantenimiento o el aumento de sus niveles de vida y riqueza, de la maximización de las ventajas económicas en el ámbito internacional. Una de las prioridades básicas en política exterior de cualquier país debe dirigirse a perseguir la mayor ventaja económica en el ámbito mundial.
El cuarto principio, muy ligado al anterior, es la búsqueda de un orden político y económico internacional más justo: en lo económico, debe perseguir que las grandes brechas existentes entre los países pobres vayan disminuyendo; en lo político, la búsqueda de la paz mundial y el respeto a los derechos humanos debe ser prioritario de toda política exterior.
El quinto principio es la defensa de su sistema político e ideológico ante el mundo. Los estados para mantener su sistema interno de organización social y su visión del mundo deben defender sus ideas políticas e ideológicas que son la base de su interés nacional. La defensa del sistema político e ideológico se encuentra muy ligado al sexto principio, que es la difusión de la mejor imagen del país ante el mundo. Cada Estado tiene una forma muy particular de percibirse a sí mismo y al mundo que lo rodea; es a partir de esa percepción que se elaboran pautas en la política exterior para presentarse ante las otras naciones con características muy bien definidas. Esta imagen justifica y legitima, en última instancia, el interés nacional. (Iriye: 1975: 3-27)
Con base en estos principios, la política exterior de los Estados debe fijarse objetivos que concuerden con el interés nacional y crear los medios diplomáticos necesarios para desarrollarlos. Para Costa Rica, un pequeño país, elaborar una política exterior efectiva se convierte en una tarea sumamente compleja si tratan de cumplir los principios fundamentales (Eguizabal: 1987:102)
Somos pequeños en nuestro ámbito geográfico, con una superficie de 50900 kilómetros cuadrados y con una población de aproximadamente tres millones; es decir que en términos espaciales nuestra presencia en el mundo es ínfima.
Nuestra pequeñez no solo es geográfica sino que a nivel económico tampoco somos vitales ante el mundo. Los productos de exportación son básicamente agrícolas y pueden encontrarse en otras regiones del mundo; el potencial del país como mercado es muy bajo por la poca población y la injusta distribución del ingreso. No existen en el país minerales o productos imprescindibles para las potencias industrializadas e históricamente estamos situados en una región sumamente inestable para la inversión extranjera. Es por esto que Costa Rica tiene muy poco valor económico a nivel mundial, por nuestra condición de estrecha dependencia estructural del mundo.
Nuestra influencia en el concierto de las naciones y en los foros internacionales es casi nula. Por lo anterior, es que los márgenes de maniobra internacional del país son sumamente reducidos. Lo único que nos ha permitido una cierta presencia a nivel mundial es el valor geoestratégico que tenemos para los Estados Unidos, por estar situados en lo que ellos han considerado históricamente como su “patio trasero”
Para Costa Rica, por tanto, los márgenes de maniobra internacional son sumamente reducidos y dependen de factores internos y externos.
Los factores internos son:
- El tipo de proyecto de desarrollo económico, político y social de la clase dominante. La política exterior de un país es el reflejo directo de la política interna de desarrollo de la clase dominante; cualquier análisis de política exterior lleva implícito una comprensión cabal del proyecto interno de desarrollo del país en un momento dado. Quienes toman las decisiones, en última instancia, en política exterior son las personas que controlan los aparatos del Estado y las cuales definen su interés de clase como interés nacional.
- El apoyo del pueblo al proyecto de desarrollo interno. El pueblo no participa en la toma de decisiones en política exterior, pero su apoyo es de vital importancia para la consecución de lo que se ha definido como interés nacional. No siempre el interés del pueblo y si los que toman las decisiones se alejan de las aspiraciones de sus pueblos fácilmente pueden perder su poder. Aunque el grupo que controla los aparatos del Estado tiene la facilidad de manipular las imágenes del pueblo hacia su propio interés de clase. Gran parte del éxito de una política exterior estriba en el grado de consenso existente con respecto del mismo.
- Los medios con los que se cuenta para llevar a cabo los objetivos de la política exterior. El éxito de cualquier política depende de la eficacia de los instrumentos que se utilicen. La diplomacia juega aquí su más importante papel. La firma de tratados, el juego de las alianzas, las organizaciones internacionales, que entre otras, son las armas que utiliza la diplomacia para llevar a feliz término la política exterior de su país.
Los factores externos son:
- La organización del sistema mundial. La elaboración de una política exterior depende de la organización del sistema mundial: una política exterior eficaz debe no solo responder al proyecto político interno sino, a la situación del mundo para poder aprovechar las situaciones internacionales con ventaja para el país. La situación internacional puede aumentar o disminuir los márgenes de maniobra de un país en un momento dado, y puede llevar a la formación de coaliciones y a explotar en su beneficio las condiciones de organización de los países del mundo.
- La política exterior de los Estados Unidos hacia el país. La definición de la política exterior costarricense es dependiente en alto grado de la política exterior de los Estados Unidos. Cualquier análisis de nuestra política exterior debe necesariamente enmarcarse dentro de la política centroamericana del gobierno norteamericano. Así el comprender el proyecto político interno de la clase dominante norteamericana, su política exterior mundial, su situación en el mundo y su proyecto para Centro América y en especial para Costa Rica es vital para analizar nuestra política exterior; por ser un pequeño país ubicado en la periferia norteamericana.
- La situación de Centro América. Históricamente el ámbito inmediato de la política exterior costarricense han sido sus vecinos de la América Central. Así la cercanía geográfica, una historia compartida y una imagen como región ante el mundo han hecho que la política exterior costarricense tenga como uno de sus elementos externos más condicionantes la situación centroamericana. La condición de dependencia estructural de Costa Rica, muestra pequeñez con respecto al mundo exterior y los factores internos mencionados, nos brindan las pautas metodológicas para analizar la política exterior costarricense.
II. LA POLÍTICA EXTERIOR DE 1950 A 1978.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial el concierto de naciones se organizó en un nuevo orden. El mundo asistió al nacimiento de dos superpotencias: Estados Unidos y La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La existencia de dos superpoderes en el mundo afectaron las relaciones internacionales mundiales en la posguerra: el mundo se dividió en dos bloques que enfrentaron dos sistemas irreconciliables, el capitalista y el socialista, y a los cuales los demás países debían alinearse para poder sobrevivir en el nuevo orden mundial.
El término “Guerra Fría” fue por primera vez utilizado en 1948 por los periodistas norteamericanos para describir las hostiles relaciones entre la URSS y los Estados Unidos. Las diferencias ideológicas sobre el destino del mundo llevaron en 1949 a que los Estados Unidos formaran la OTAN, una alianza militar para defenderse en caso de una agresión comunista en Europa Occidental. Por su lado, la URSS formó el Pacto de Varsovia. El enfrentamiento de los dos superpoderes se extendió a nivel mundial y se crearon esferas de poder para ambos países, lo que provocó el involucramiento de las demás naciones en la llamada Guerra Fría.
América Latina en el mundo de la posguerra debió enfrentar grandes retos, principalmente el mayor objetivo de los gobiernos latinoamericanos era fortalecer el desarrollo nacional. La industrialización se convirtió en la esperada respuesta a los agobiantes problemas económicos, políticos y sociales de la región. Esta región buscó el apoyo de los Estados Unidos para lograr sus objetivos, apoyo que no respondió a las esperanzas latinoamericanas y se hizo evidente un grave deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamericana. Los Estados Unidos trasladaron el centro de su interés de la región latinoamericana a Europa y Asia, dando prioridad a sus relaciones con las otras potencias.
Por toda Latinoamérica se esperó una oportunidad para expresar sus ideas en relación con la futura organización del mundo y la situación del sistema regional dentro del esquema mundial, pero el “reparto del mundo” se hizo sin consultar y las críticas contra los Estados Unidos se hicieron más fuertes. Los asuntos económicos eran lo prioritario y América Latina esperó atraerse la ayuda de los Estados Unidos para solucionar los graves problemas de la posguerra, pero las relaciones llegaron a un punto muerto, y el subdesarrollo y la injusta distribución del ingreso permanecieron como la realidad de la región.
Junto a estas transformaciones mundiales y a las aspiraciones latinoamericanas en el mundo de la posguerra, Costa Rica se encontró atravesando por una serie de transformaciones políticas, económicas y sociales con la implementación del modelo social-demócrata como el nuevo estilo de desarrollo para el país. Su aspiración política fue crear una democracia más representativa; en lo social, su aspiración se dirigió hacia una más justa distribución del ingreso, al fortalecimiento de nuevas facciones burguesas y de clase media. En lo económico, los principales objetivos del modelo de desarrollo fueron lograr la industrialización del país y la diversificación del sector productivo. (Rovira: 1982: 73-86)
El nuevo orden mundial y los cambios internos obligaron al Estado Costarricense a readecuar su política externa. La política exterior se convirtió en uno de los instrumentos de mayor utilidad para conseguir las transformaciones que requirió el nuevo modelo de desarrollo. Una de las tareas prioritarias de la política exterior fue lograr ser aceptado por la diplomacia latinoamericana y existió una labor diplomática muy organizada para acercarse a los otros gobiernos latinoamericanos. Principalmente el acercamiento fue vital la abolición del ejército nacional, este acto que obedeció a razones muy particulares (Muñoz: 1990: 135-164), implicó a nivel externo el inicio de una política exterior sumamente pacifista, aquí es donde se inició el proceso de lanzar al mundo una imagen de país de paz y de democracia. Básicamente esta imagen tuvo dos objetivos: el primero, lograr el reconocimiento internacional; el segundo, asegurar la sobrevivencia del país y la defensa de la integridad territorial garantizándose la solidaridad mundial ante cualquier agresión.
Toda esta acción diplomática culminó con la firma del Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) o Pacto de Río. A pesar de la indiferencia económica de los Estados Unidos hacia el área latinoamericana durante estos años, no mostró indiferencia ante los pactos políticos; ya que tuvo buenas razones para mantener y reforzar el sistema hemisférico como una seguridad ante la Guerra Fría y ante un posible cambio en la organización mundial. La tendencia fue revitalizar el sistema interamericano, por supuesto con Estados Unidos como la gran potencia.
En agosto de 1947, las repúblicas americanas se reunieron en Río de Janeiro y esta reunión dio como resultado el TIAR, que creó una alianza permanente entre las repúblicas americanas. El Tratado es un instrumento jurídico, fuente de derechos y obligaciones legales, cuyo fin fue transformar en responsabilidad el derecho individual o colectiva que reconoce el artículo 51 de la Carta de la ONU. El TIAR estableció: (Gil: 1971:182-185)
La obligación de cada república de ayudar a rechazar un ataque armado contra otro miembro de la alianza, sin tener en cuenta si el ataque viene de dentro o fuera del continente.
Cualquier situación que pueda poner en peligro la paz del continente, aunque no necesariamente fuera una agresión armada, obliga a los miembros a proporcionar ayuda.
Las medidas de ayuda pueden ir desde sanciones económicas. La ruptura de relaciones diplomáticas, la interrupción del comercio, hasta la intervención armada.
Ningún país puede ser obligado a utilizar sus fuerzas armadas. La firma del TIAR fue una victoria diplomática para los Estados Unidos, ya que proporcionó el instrumento ideal para consolidar la estructura de la seguridad regional latinoamericana ante una futura agresión de la URSS y además le permitió ejercer control directo sobre los asuntos políticos latinoamericanos. Junto a la firma del TIAR, se edificó el sistema interamericano con la Organización de Estados Americanos (OEA), que dio forma permanente a la asociación de naciones americanas en una entidad legal.
El TIAR le garantizó a Costa Rica, que si era objeto de una agresión los otros países de América Latina asumirían su defensa. Así fue en el TIAR y en la OEA que Costa Rica depositó su confianza para la defensa de su integridad territorial y su sobrevivencia como país ante cualquier agresión. Durante estos años el TIAR fue invocado dos veces por el país.
Apenas iniciada la vigencia del TIAR, correspondió a Costa Rica invocarlo por primera vez. En diciembre de 1948, Costa Rica denunció ante la OEA que el país había sido invadido por fuerzas armadas procedentes de Nicaragua y por tanto se veía en la necesidad de solicitar la aplicación del Tratado para salvaguardar la integridad territorial; argumentando que tal hecho creaba una situación de tal naturaleza que ponía en peligro la paz del continente. Acusó a Nicaragua de amenazar su soberanía e independencia política tolerando, fomentando y auxiliando una conspiración contra su gobierno.
Nicaragua, a su vez, acusó a Costa Rica de apoyar la “Legión del Caribe”, con la consecuencia de originar una situación peligrosa para la estabilidad del gobierno nicaragüense y para el resto de los países del área centroamericana y del Caribe.
Ante la gravedad de ambas acusaciones se nombró una Comisión para que investigara sobre el terreno los hechos denunciados y sus antecedentes. Entre las conclusiones que esta Comisión presentó, se encuentran las siguientes: (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca 1948-1959: 1973:34)
El movimiento revolucionario que incursionó en Costa Rica se organizó principalmente en Nicaragua, donde un grupo de exiliados políticos costarricenses encabezados por el expresidente Calderón Guardia prepararon la invasión a territorio costarricense.
No se comprobó la participación directa de las fuerzas armadas nicaragüenses ni que penetraron territorio costarricense. Se comprobó que la Legión del Caribe gozaba del apoyo del Gobierno de Costa Rica, en sus actividades dirigidas al derrocamiento de varios gobiernos de la región; entre ellos el de Nicaragua.
El Consejo de la OEA terminó por concluir que ambos países eran culpables de la situación planteada: Nicaragua porque no tomó medidas para evitar la organización de fuerzas revolucionarias en su territorio, y Costa Rica porque permitió la existencia de grupos cuyo propósito era conspirar contra la seguridad nicaragüense y de otros países del área. Así resolvió solicitar a ambos gobiernos que otorgaran garantías de que en forma inmediata se abstuvieran de ejecutar toda clase de actos hostiles y dieran cumplimiento a los principios de no-intervención y de solidaridad. En esa forma dejó establecido que ambos gobiernos desconocieron tales principios y ambos fueron responsables del conflicto.
A raíz de estas resoluciones, el gobierno de Costa Rica y el de Nicaragua suscribieron el pacto de amistad, en febrero de 1949, en el cual adquirieron el compromiso de observar los principios de no-intervención y solidaridad continental para mantener la paz y la buena vecindad. El TIAR reveló su eficacia en el conflicto planteado y demostró ser un instrumento éficaz para garantizar la integridad territorial y la soberanía de los Estados.
La segunda vez que Costa Rica invocó al TIAR fue en enero de 1955, cuando ante la OEA denunció que Nicaragua estaba agrediendo al país con una serie de actos como: el cierre del Río San Juan a la navegación de embarcaciones costarricenses; una campaña de difamación por los medios de comunicación masiva; llamadas de altos funcionarios de la Guardia Nacional a defender el territorio ante presuntas agresiones; concentración de tropas en la frontera común y la facilitación del territorio para las actividades de enemigos internos y externos del Gobierno constituido (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca 1948-1959: 1973: 160). Los actos denunciados constituyeron para Costa rica una grave amenaza contra la integridad del territorio, la soberanía y la independencia política del país.
Este conflicto internacional fue causado por los deseos del Dr.Calderón Guardia de derrocar al Presidente Figueres, con el apoyo político de varios dictadores como Castillo Armas de Guatemala, Rafael Trujillo de República Dominicana, Anastasio Somoza de Nicaragua y Pérez Jiménez de Venezuela que quisieron acabar con el reformismo y las ideas políticas de José Figueres. Apoyaron al expresidente Calderón Guardia dando soldados como mercenarios, prestando armamento y permitiendo el entrenamiento de hombres. (Fallas:1955:32).
Poco días después, el gobierno costarricense presentó una nueva acusación, sosteniendo esta vez que fuerzas militares procedentes del exterior, aunque esta vez no mencionó a Nicaragua, penetraron el territorio nacional ametrallando y soltando bombas sobre diversos puntos del territorio nacional y ocupando varios puntos de la zona fronteriza costarricense. Estados Unidos apoyó al gobierno costarricense. Nicaragua se defendió sosteniendo su total desconocimiento de los preparativos de invasión y respaldó los principios de no-intervención y solidaridad continental y ofreció todas las facilidades necesarias a los investigadores que designara la OEA para el esclarecimiento de los hechos. Posteriormente se quejó de que aviones costarricenses violaron su espacio aéreo.
La OEA reconoció la existencia de intervención extrajera en la preparación, financiamiento, suministro de armas y municiones de los revolucionarios; que una parte de las fuerzas rebeldes y del material y equipo fue introducido por la frontera norte; que se produjo a la integridad territorial y que la mayoría de los que integraron las fuerzas atacantes y los líderes eran de nacionalidad costarricense. Por lo anterior, decidió poner en ejecución el “Plan de vigilancia efectiva de la frontera entre Costa Rica y Nicaragua”, en el cual se dictaron disposiciones estrictas sobre la ubicación y el movimiento de las fuerzas terrestres costarricenses, la forma en que la Guardia Nacional de Nicaragua debía llevar a cabo su labor de patrullaje y el desarme e internación de las fuerzas rebeldes que cruzaran la frontera. Además, estableció zonas de seguridad y un corredor aéreo al cual no podían penetrar aviones de ambos gobiernos.
Las medidas adoptadas resultaron eficaces. Las fuerzas que operaban en Costa Rica se retiraron gradualmente y cruzaron la frontera con Nicaragua, donde fueron internadas y desarmadas. Para fines de enero la invasión fracasó y los líderes se rindieron en Nicaragua.
El Consejo de la OEA concluyó su actuación una vez que estableció la paz y se firmaron varios acuerdos para complementar el anterior Pacto de Amistad, que reglamentó todo lo relacionado con la vigilancia el control fronterizo; concluyó su actuación una vez que se estableció la paz y se firmaron varios acuerdos para complementar el anterior Pacto de Amistad, que reglamentó todo lo relacionado con la vigilancia y el control fronterizo; así como medidas para evitar la organización o existencia de movimientos revolucionarios. Pero en ningún momento se pronunció sobre el responsable del conflicto, porque en los sucesos ocurridos estuvieron involucrados muchos gobiernos de América Latina. La suscripción del acuerdo resultó oportuna y eficaz porque logró evitar un enfrentamiento armado; y, una vez más se comprobó la utilidad del Tratado como mecanismo para preservar la paz y la seguridad de Costa Rica. El gobierno de don José Figueres salió ganando adquiriendo mayor fuerza política interna y externa, gran apoyo popular y gran prestigio internacional.
El otro objetivo de la política exterior costarricense durante estas décadas fue convertirse en un instrumento para la búsqueda de recursos externos que financiaran el proyecto económico interno de la clase dominante, y para eso se requirió de una acción diplomática coherente y organizada. Para la década del 60 las relaciones económicas de América Latina con Estados Unidos llegaron a un punto muerto, los países latinoamericanos reclamaron el apoyo norteamericano para lograr el desarrollo económico y Estados Unidos no respondió a demandas por estar involucrados en los problemas de otras regiones del mundo. Pero un gran acontecimiento, el triunfo de la revolución cubana transformó radicalmente esta situación.
La revolución cubana fue el acontecimiento que rompió la tradicional política exterior de los Estados Unidos hacia América Latina y los llevó a desarrollar un nuevo tipo de diplomacia que fue capaz de ayudar a la reforma y revolución social. Además, en la URRS también se produjeron cambios con la llegada al poder de Nikita Krushchev, quien inició cambios en la diplomacia soviética y trató de convertirla en líder de las naciones subdesarrolladas, él propuso amplia ayuda a las revoluciones, aunque no fueran de origen comunista. Así la diplomacia soviética comenzó una era ofensiva a gran escala de ayuda económica y técnica al mundo subdesarrollado.
La revolución cubana inició nuevas ofensivas diplomáticas por parte de los superpoderes en América Latina: los Estados Unidos trataron de demostrar que era posible la modernización social y el desarrollo económico por medios pacíficos y la URRS apoyó a Cuba, que quizo alcanzar los mismos fines aplicando las fórmulas de desarrollo del sistema socialista, “la guerra fría entre el Este y Oeste quedó centrada en el problema del subdesarrollo...”(Gil: 1975: 210) La revolución cubana puso de manifiesto la urgente necesidad de América Latina de ayuda para su desarrollo económico y social.
La respuesta de los Estados Unidos al desafío revolucionario fue la Alianza para el Progreso (ALPRO), que fue el resultado de los estudios de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL) y del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) de la OEA. Con la ALPRO se pretendió el desarrollo económico con fondos otorgados por los Estados Unidos y con amplios planes de desarrollo nacionales, así los recursos para el desarrollo económico vinieron de dos fuentes: los recursos internos de cada nación y un Fondo Especial Interamericano para el Desarrollo Social que fue administrado por el recién creado Banco Interamericano de Desarrollo. No solo se enfocó el problema económico sino, el problema social, el Presidente norteamericano John F.Kennedy propuso: “A nuestras repúblicas hermanas del sur de nuestras fronteras les ofrecemos una garantía especial: convertir las buenas palabras en buenos hechos, en una nueva alianza para el progreso, para ayudar a los hombres libres a arrojar las cadenas de la pobreza....satisfaciendo las necesidades básicas del pueblo americano en casas, trabajo y tierras, sanidad y escuelas....”
En varias reuniones de los países latinoamericanos para discutir la aplicación de la ALPRO, se reconoció la necesidad de capital extranjero, tanto público como privado, para la consecusión de las metas sociales, así como para las empresas industriales y otros elementos de expansión económica; el objetivo a largo plazo fue el desarrollo de empresas autosuficientes. Parte de esta ayuda se capitalizó hacia Centro América y por ende a Costa Rica. En una época que Costa Rica buscó la industrialización como parte de su proyecto político de desarrollo, Estados Unidos tuvo el mismo proyecto en mente para prevenir revoluciones socialistas en América Latina al estilo Cubano.
La industrialización se llevó a cabo en unión de Centro América (Mercado Común Centroamericano) y bajo la supervisión estadounidense a través de la CEPAL, el AID y su representante regional la ROCAP
(Araya: 1989:231). En todo este proceso la política externa del país tuvo un gran auge, ya que se convirtió en el instrumento fundamental para lograr el desarrollo económico por medio de la búsqueda de inversiones privadas externas, de préstamos de las agencias internacionales y de la ayuda directa del gobierno de los Estados Unidos.
Además de su participación en el Mercado Común Centroamericano que inició una diplomacia enfocada directamente a los aspectos económicos. Es decir, la política exterior como herramienta fundamental para conseguir el desarrollo.
Posteriormente la ALPRO fracasó, al igual que la unidad centroamericana con el MERCOMUN; y los países latinoamericanos no lograron encontrar el camino hacia el desarrollo económico y social. La URSS salió favorecida porque consiguió la permanencia de un aliado en una zona tradicional de influencia del imperialismo norteamericano.
En estas décadas, la política exterior se convirtió en un instrumento clave para el proyecto político interno social demócrata, básicamente enfocados los objetivos de la política exterior al desarrollo económico y a la difusión de una imagen de país de paz y estabilidad para asegurarnos la solidaridad internacional. En este periodo las relaciones con Estados Unidos se estrecharon aún más y cobraron gran relevancia las relaciones con América Latina y en especial con América Central.
La eficacia de esta política exterior comenzó a tambalearse a finales de la década de 1970, cuando la situación mundial entró en una nueva etapa.
III. LA POLITICA EXTERIOR DE 1978 A 1990.
Para comprender la política exterior costarricense en la década de los 80 es necesario ubicarla dentro el contexto centroamericano y mundial. La crisis centroamericana debe ser analizada en tres categorías: los conflictos nacionales, los conflictos interestatales centroamericanos y el conflicto este-oeste.
A partir de finales de los 70, los países centroamericanos comenzaron a sufrir los efectos de una grave crisis estructural cuyas raíces se encuentran en los modelos de desarrollo económico, político y social que no respondieron a las esperanzas de desarrollo económico, justicia social y libertad política. La injusta distribución del ingreso, el subdesarrollo económico, la pobreza y el militarismo describen la realidad centroamericana en esos años.
Esta profunda crisis interna se unió a la grave recesión económica del capitalismo mundial, lo que condujo Centroamérica a sufrir una de las crisis más profundas de su historia. En Guatemala la crisis se manifestó muy crudamente: este país se caracteriza por una fuerte presencia militar la cual, junto con la oligarquía, controla el aparato estatal. Los gobiernos se negaron a emitir cualquier tipo de reforma para paliar la miseria de sus habitantes, en su mayoría indígenas, que no tienen ningún acceso al ingreso nacional y a los servicios básicos como educación, salud y vivienda; la crisis económica, agravada por la crisis del capitalismo mundial, llevó a una gran efervescencia social que fue cruelmente reprimida por el ejército.
Otro grave conflicto que enfrentaron fueron los movimientos guerrilleros, que a pesar de las fuertes represalias no pudieron controlar (Quiñones: 1986:76)
Honduras tiene el dudoso honor de se uno de los países más pobres del continente americano y del mundo. El modelo de Estado hondureño perpetúa a un pequeño sector oligárquico y al ejército en el poder. Las contradicciones económico-sociales del país fueron duramente reprimidas por el ejército, ejército que depende exclusiva de los Estados Unidos. El país fue convertido, por el ejército hondureño, en un enclave militar de los intereses norteamericanos en Centro América, en un país totalmente dependiente económicamente y militarmente del gobierno norteamericano y alineado por completo a la política exterior norteamericana.
El Salvador entró en la década del 70 en uno de sus períodos más convulsos, con las fuerzas políticas polarizadas entre un ejército de extrema derecha y una guerrilla con gran apoyo popular. A pesar del gran apoyo que tuvo el aparato estatal por parte de los Estados Unidos, la injusta distribución de la riqueza y la economía de guerra llevaron a El Salvador a una verdadera guerra civil y a una grave crisis económica y social.
La situación nicaragüense era también sumamente crítica, la guerra civil desatada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional contra la dictadura somocista tenía al país sumido en una grave crisis económica, política, y social. La guerra finalizó en 1979 con la victoria sandinista sobre una de las dictaduras más crueles y férreas de Centro América. El triunfo sandinista provocó un cambio en las estructuras económicas, políticas y sociales ya que las enrumbó en camino al socialismo. Pero el nuevo gobierno nicaragüense topó con serios problemas en la construcción de una nueva sociedad: la guerra de baja intensidad promovida por el gobierno norteamericano junto con las presiones económicas, la economía de guerra y la acción de los contras (movimiento guerrillero formado por oponentes de los sandinistas, apoyados por los Estados Unidos) hicieron muy difícil el camino de la recuperación económica.
En Costa Rica la crisis se manifestó básicamente en lo económico y social, ya que logró mantener una situación política muy estable; lo que a la larga nos va a explicar el liderazgo del país en la región centroamericana en la década del 80.
Junto a estos graves conflictos internos la crisis se vió agravada por los conflictos interestatales en la región. Estos conflictos comenzaron a agudizarse a raíz de la instauración del Frente Popular Sandinista en el poder en Nicaragua. Históricamente los Estados Unidos habían apoyado a la dictadura somocista y la victoria de los sandinistas provocó una fuerte reacción negativa del gobierno norteamericano, los cuales trataron por todos los medios de acabar con el sandinismo. Ante esta reacción tan violenta, Nicaragua comenzó a armarse y a tener un mayor acercamiento al bloque soviético, principalmente a través del gobierno cubano, y estos hechos alteraron de una manera entre los Estados Centroamericanos. (Salazar: 1997: 558-565)
El gobierno salvadoreño enfrentó en estos años serios problemas de legitimidad y prestigio internacional por su lucha contra el movimiento guerrillero Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). Por esto comenzó a emitir una serie de reformas superficiales para mejorar su imagen internacional y legitimarse ante su propio pueblo, en este proceso se alinearon los Estados Unidos porque su supervivencia dependió del apoyo material y político de Washington; esto prácticamente nulificó sus márgenes de maniobra y terminaron por adoptar como suya la política exterior norteamericana. El Salvador tuvo sus primeros roces con Nicaragua cuando la acusó de apoyar militar, económica e ideológicamente a la guerrilla, interveniendo en sus asuntos internos e imputándose los problemas de la desestabilización regional.
Honduras, centro estratégico militar de Estados Unidos en Centroamérica, tuvo fuertes roces con Nicaragua porque permitió a los contras utilizar su territorio. Este país dominado por militares de extrema derecha (entrenados, apertrechados y dominados por el ejército norteamericano) y en donde la política exterior es un simple reflejo de la política exterior norteamericana, tomó como asunto propio el ayudar a eliminar a los sandinistas. Honduras respondió a la crisis con una fuerte militarización y acusaron a los sandinistas, cubanos y soviéticos de ser los causantes de todos los problemas centroamericanos por su expansionismo comunista.
Guatemala no se involucró directamente en el conflicto y trató de asumir una postura de neutralidad, absteniéndose de apoyar activamente la política norteamericana en Centroamérica. Se opusieron rotundamente a cualquier intento de participación militar norteamericana en la región y a la creación de una base militar en Guatemala. Aunque si observó con mucho temor el rearme nicaragüense y la presencia soviética y cubana en Nicaragua, porque esto podía fortalecer a la guerrilla guatemalteca.
Mantuvo durante la crisis un margen de maniobra internacional muy amplio y buscó desarrollar una solución pacífica y sin intervención extranjera en la región.
Costa Rica, que usualmente había seguido una trayectoria histórica de aislamiento de los conflictos centroamericanos, en esta coyuntura se vió involucrada directamente; principalmente por la presión que ejerció el gobierno norteamericano para utilizar nuestro territorio para apoyar a los contras y por la presión de los mismos sandinistas que violaron constantemente el territorio nacional.
Aparte de estos conflictos internos e interestatales, la región centroamericana se convirtió en vital en la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS por su valor geoestratégico. Cuando Ronald Reagan asumió el poder en 1980 puso en práctica la doctrina neoconservadora. El movimiento neoconservador, en líneas generales, es el siguiente: presumen que el poder internacional es una variable de la fuerza militar que un país posee, por eso creen en el rearme militar ya que el poder es traducido a la capacidad de fuerza; perciben el mundo al mundo dividido en capitalistas y comunistas por lo que desarrollan la política de contención al expansionismo soviético (Teoría del Dominó), ya que ven a la URSS como una potencia imperialista a la que hay que eliminar; piensan en el reforzamiento de los vínculos con los aliados extranjeros; y creen que son los líderes morales del mundo (Destino Manifiesto). Bajo esta doctrina el gobierno reaganiano percibió a Centroamérica como una de las piezas claves del conflicto este-oeste: por su excelente ubicación geográfica y su proximidad territorial con los Estados Unidos. Su interés fue mantener a esta región como área exclusiva de la influencia norteamericana y usarla como zona de contención a la expansión soviética.
El triunfo del sandinismo puso en jaque al sistema de seguridad norteamericano que siempre percibió a la región como su “patio trasero”. El mayor temor fue que Nicaragua se convirtiera en el puntal para la expansión de revoluciones en los otros países centroamericanos, ya de por sí convulsos e inestables. Además, el prestigio internacional de Estados Unidos, bajo la visión neoconservadora, mostró debilidad permitiendo un modelo socialista y pro-soviético en un área que era parte de la cuota del poder norteamericano en la organización de fuerzas a nivel mundial. Por esto Estados Unidos se propuso acabar con los sandinistas, utilizando diversos medios: diplomáticos, económicos, la guerra de baja intensidad y fortaleciendo a los países aliados con armas y ayuda económica para presionar a Nicaragua.
El principal interés soviético en la región centroamericana era geo-político. Con Cuba como aliado, la URRS logró introducir en la tradicional zona de influencia norteamericana un bastión de su ideología que puso en entredicho el poder de los Estados Unidos en América Latina. La URRS percibió el problema centroamericano como efecto del imperialismo norteamericano, cuya constante intervención en los asuntos internos de los países del área, sumió a esta región en el subdesarrollo y la dependencia. La situación fue empleada por la URRS para defender a Nicaragua del imperialismo norteamericano; pero a su vez la utilizó para debilitar la influencia norteamericana en el istmo, lograr que Estados Unidos tuviera que redesplegar su atención de otras áreas del mundo y desviar la atención mundial de su propio expansionismo en otras regiones del Asia y el Africa.
Con el triunfo de la revolución sandinista y dada la agresión del gobierno neo-conservador a Nicaragua, ésta estrechó sus lazos con Cuba, la Unión Soviética y el bloque comunista de Europa Oriental (Salazar: 1987: 58-63). A partir de 1980, los vínculos de los países socialistas con Nicaragua se incrementaron en todos los campos: económico, comercial, técnico, educativo y principalmente en lo militar. Por ejemplo, durante 1983 y 1985 la ayuda militar y económica soviética a Cuba y Nicaragua fue cinco veces mayor que la ayuda militar y económica de Estados Unidos a Centroamérica (Ckrishik: 1987:38). Aunque la URSS nunca se interesó en formar otra Cuba en Nicaragua, por el alto costo que representa, si tuvo mucho interés en ayudarla para debilitar y desprestigiar el poder norteamericano en América Central y en el mundo.
Es por esto que el conflicto centroamericano se internacionalizó. Así el análisis de la política exterior de Costa Rica en esta década debe partir de que existen tres planos del conflicto: el nacional, el interestatal y el internacional.
Ante esta serie de conflictos, Costa Rica se encontró atravesando por una grave crisis económica y muy preocupada por la guerra civil en Nicaragua. En 1978, ante una agresión de las fuerzas militares de Anastasio Somoza que acusaron al país de proteger a los sandinistas, el Presidente Rodrigo Carazo (1978-1982) se vió obligado a invocar por tercera vez el TIAR. Pero en esta ocasión el Tratado actuó con mucha lentitud y ante lo inefectivo del procedimiento, el Presidente tuvo que amenazar con retirar al país de la OEA si ésta no garantizaba la integridad territorial costarricense; pero fue realmente el apoyo brindado por los gobiernos de Panamá y Venezuela lo que persuadió a Nicaragua de no seguir efectuando agresiones al territorio costarricense. Esto le demostró al país que el TIAR y la OEA, que funcionaron efectivamente en sus primeros años por el interés norteamericano, habían perdido legitimidad y operancia. Ante la crisis centroamericana y la pérdida de credibilidad del sistema interamericano, Costa Rica se vió obligada a buscar nuevos mecanismos que aseguraran la seguridad de la nación.
Cuando Luis A. Monge asumió el poder en 1982, encontró al país sumido en una grave crisis económica y social. Durante sus dos primeros años de gobierno, el Presidente se dedicó a estabilizar la economía nacional y a detener el deterioro social, “el objetivo más importante y dominante de la política económica fue el de enfrentar la profunda crisis cuyas manifestaciones más agudas padecía por entonces el país y en tomar un buen número de medidas para impedir su ahondamiento, intentándose alcanzar cierto grado de estabilidad en el comportamiento de la economía, al mismo tiempo se detenía el deterioro social.....Se convirtió en algo completamente imprescindible el contar importantes cantidades de recursos provenientes del exterior en forma de préstamos y donaciones para poder encarar los requerimientos del aparato productivo”. (Rovira: 1988:70). Para lograr estos objetivos el gobierno buscó la ayuda y el apoyo norteamericano. En política exterior esto le significó al país una grave reducción de sus márgenes internacionales de maniobra y un alineamiento sumiso a la política exterior norteamericana en la región.
Los conflictos con Nicaragua se sucedieron regularmente: Nicaragua acusó al país de permitir el uso del territorio nacional por la contra y Costa Rica acusó a los sandinistas de violar territorio nacional. El Presidente Monge se encontró gravemente presionado: por el gobierno norteamericano para que se involucrara en el conflicto con Nicaragua y permitiera el uso del territorio nacional para esos fines, y por las constantes violaciones del territorio nacional por parte de los sandinistas.
Además se topó con el problema de que la imagen nacional sufrió un fuerte deterioro por ser percibido, por los otros países del mundo, como un satélite de los Estados Unidos en la lucha contra Nicaragua.
Cuando comenzaron los primeros intentos de pacificación del área, específicamente con Contadora, a Costa Rica no se le nombró como una de las naciones pacificadoras y mediadoras sino que apareció catalogada como uno de las países en conflicto. Contadora se formó en enero de 1983 por México, Colombia, Venezuela y Panamá, posteriormente se creó el llamado grupo de apoyo compuesto por Argentina, Brasil, Perú y Uruguay. El objetivo principal de Contadora y su grupo de apoyo fue tratar, por medio del diálogo y la negociación, de buscar una solución pacífica a los problemas del área; es decir, encontrar una solución latinoamericana al conflicto y atenuar el peso geo-político de los Estados Unidos. Contadora presentó varios acuerdos y un plan de paz para la región, pero enfrentaron muchos problemas y siempre algún país presentó objeciones para no firmar los acuerdos. Contadora, para 1987, se descartó como un instrumento viable para encontrar una solución pacífica al problema centroamericano.
Ante esta caótica situación interna e internacional del país, en noviembre de 1983, el Presidente Monge decidió resolver el problema de las presiones externas y el de la imagen nacional y lanzó al mundo su
“Proclama de Neutralidad”.
La cual propuso establecer una neutralidad perpetua, ejerciendo la neutralidad frente a cualquier conflicto bélico; activa en la lucha ideológica; no armada, porque hace descansar la seguridad del país en los sistemas de seguridad colectiva americanos; y, autónoma porque ningún país tiene el derecho de intervenir en los asuntos internos. Con esto se buscó el aislamiento militar y político del conflicto centroamericano, neutralizar la presión norteamericana para involucrar a Costa Rica en un conflicto armado, atenuar la presión interna de los sectores conservadores del país para entrar a una lucha con Nicaragua y lograr defenderse de las acusaciones del gobierno sandinista. (Rojas: 1985: 64)
A pesar de la Proclama, el país siguió permitiendo al gobierno de Estados Unidos y a la contra el uso del territorio nacional para atacar a los sandinistas. La proclama fue meramente una fachada ante el mundo para mejorar la imagen nacional y recuperar la credibilidad de la diplomacia costarricense; pero también sirvió para neutralizar las distintas presiones a las que se encontró sometido el gobierno. En mayo de 1984, el Presidente Monge inició una gira por los países de Europa Occidental, “Operación Verdad”, buscando el apoyo para la política de neutralidad e intentando mejorar la imagen nacional y solicitando ayuda económica. A la larga, el mayor logro de la proclama de Neutralidad fue ensanchar el margen de maniobra para la política exterior de pacificación del gobierno de Oscar Arias.
El principal objetivo del gobierno de Oscar Arias, quien asumió el poder en 1986, fue encontrar una solución pacífica al conflicto centroamericano con el fin de buscar desarrollo económico. En este momento la búsqueda del crecimiento económico se convirtió en el eje principal de la política exterior de pacificación; es decir, lograr el desarrollo nacional a través de la política exterior. Para lograr este objetivo era imprescindible alejar el conflicto de nuestro territorio, y así eliminar las amenazas a nuestra integridad territorial, “La búsqueda de la paz ha sido y es un objetivo fundamental para Costa Rica, porque es un imperativo de su defensa nacional y de su seguridad pública.....Para un país desmilitarizado unilateralmente desde 1949, la estabilidad y la concordia en su ámbito geográfico inmediato son tan importantes como su paz interna. De esta manera la paz se ha transformado en la variable fundamental para la estabilidad del sistema político, el desarrollo económico y social e incluso para el ejercicio de la autonomía política.” (Rojas: 1990: 48).
Oscar Arias se propuso normalizar las relaciones con Nicaragua, aumentar el margen de maniobra externo del país, captar mayores recursos externos, mantener relaciones satisfactorias con los Estados Unidos y mejorar la imagen internacional del país. Ya que sin una paz estable y duradera en Centro América Costa Rica no podría optar por el crecimiento económico, porque la crisis afectaba la inversión extranjera, las relaciones comerciales con Centroamérica, el turismo y la seguridad interna.
El 15 de enero de 1987, Oscar Arias presentó su primera propuesta de paz, la cual fue conocida por todos los Presidentes de Centroamérica: José Napoleón Duarte de El Salvador, Vinicio Cerezo de Guatemala y José Azcona Hoyo de Honduras. La propuesta se aprobó como instrumento viable para encontrar la paz regional por medio de la negociación política y fue suscrita por los mismos el 15 de febrero de 1987. El documento posteriormente fue analizado y discutido en Esquipulas, Guatemala; en donde fue conocido por Daniel Ortega de Nicaragua.
En la reunión en Esquipulas, el 26 y 27 de mayo de 1987, no se produjeron los resultados esperados y se dieron serios enfrentamientos entre Oscar Arias y Daniel Ortega por la falta de libertades en Nicaragua. Se dejó programada otra reunión para agosto del mismo año.
Durante los meses anteriores a Esquipulas II, la propuesta de paz fue duramente criticada por los Estados Unidos, los sectores conservadores de Costa Rica y del resto de Centroamérica. Pero luego de un proceso de arduas negociaciones, la propuesta se constituyó en un marco viable de procedimientos para establecer la paz en la región por medios no violentos. Todo este proceso culminó el 7 de agosto de 1987 cuando los cinco Presidentes de Centroamérica suscribieron el documento: “Procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica”. La firma del documento fue adversada por el gobierno norteamericano y aún un día antes de la reunión en Esquipulas presentó un plan de paz, que se caracterizó por culpar a los sandinistas de todos los problemas del área. Pero la solución presentada por el gobierno norteamericano no tuvo ningún apoyo en la región. El plan suscrito tuvo el apoyo de Europa Occidental que quizo una solución negociada a la crisis regional.
El Plan de Paz fue posible porque varias de las variables que incidieron en el problema centroamericano había sufrido cambios, entre las más importantes tenemos:
- La crisis militar interna de los países había llegado a una situación de fuerzas igualadas, en donde no el gobierno podía destruir a las guerrillas, ni estas tener oportunidad de ganarle a los gobiernos.
- El gobierno norteamericano comenzó a perder credibilidad interna e internacional por el escándalo Irán-Contras, que puso en entredicho la política exterior hacia el área; y, porque los demócratas recuperaron el poder sobre las cámaras legislativas. Esto redujo ampliamente el margen de maniobra de los Estados Unidos sobre la región.
- Contadora había llegado a un punto muerto, ya que no logró ganar ningún paso tendiente a la pacificación. Es decir, las alternativas negociadas extraregionales no lograron encontrar solución negociada al conflicto.
- En la URSS se estaban produciendo grandes cambios internos, que afectaron todo el diseño de su política exterior. La Perestroika y el Glasnot estaban transformando la sociedad soviética y para ésta era mejor una salida negociada al conflicto y así reducir la ayuda a la región, además de evitar tensiones con los Estados Unidos. Ya se vislumbraba el Fin de la Guerra Fría.
El logro del Acuerdo de Paz le valió al Dr.Oscar Arias el Premio Nóbel de la Paz, que se interpretó como un apoyo de la comunidad europea a las gestiones de paz impulsadas por el Presidente de Costa Rica. Toda esta exitosa gestión diplomática convirtió al país en líder del proceso de pacificación, mejoró su imagen internacional y significó una recuperación de la autonomía de la política exterior nacional, al no seguir los dictados del gobierno norteamericano y crear una alternativa netamente centroamericana. Es de destacar que derrotó a la política exterior norteamericana en áreas históricamente controladas por los gobiernos estadounidenses. Estados Unidos se opuso al plan porque planteó como único logro fue legitimar a los sandinistas en el poder. Pero los países centroamericanos pidieron al gobierno norteamericano que respetara la libre autodeterminación de los pueblos y firmaron el acuerdo sin el apoyo norteamericano, retando valientemente la política exterior de la potencia.
El prestigio alcanzado por la política exterior de Costa Rica, le permitió al gobierno del Presidente Arias negociar satisfactoriamente con los organismos internacionales y a pesar de la oposición política norteamericana, la ayuda económica de Estados Unidos siguió llegando al país. Así se lograron acuerdos con el FMI, el Banco Mundial y los bancos privados acreedores.
La nueva situación internacional, con el desplome de la Unión Soviética como potencia mundial, alteró el orden mundial y Centroamérica dejó de tener importancia geo-estratégica inmediata para los Estados Unidos. Los acuerdos de paz tranquilizaron el conflicto interestatal centroamericano, pero no lograron resolver los problemas internos: la ausencia de guerra no implicó la paz social y económica. Aunque los conflictos internos se atenuaron, el estatus quo siguió siendo el mismo de pobreza, la falta de libertad, militarismo y subdesarrollo.
Con la “pacificación” centroamericana en marcha, con una nueva situación internacional, con la salida de los sandinistas del poder en Nicaragua con la victoria de Violeta Chamorro y neutralizada la presión política norteamericana, el Gobierno de Rafael A. Calderón, quien asumió el poder en 1990, pudo introducir cambios en la agenda de la política exterior y enfocarla principalmente en el desarrollo económico.
IV LA POLÍTICA EXTERIOR A PARTIR DE LOS 90.
Frente a un nuevo orden mundial en el cual las potencias mundiales están redefiniendo su liderazgo, la política exterior costarricense adquiere una mayor relevancia por cuanto ésta depende la sobrevivencia económica y política del país en el concierto de las naciones.
A raíz de los últimos cambios en el sistema internacional, y a pesar de su crisis económica interna. Estados Unidos se consolida como la mayor potencia económica y política a nivel mundial; y por tanto nuestras relaciones con este país cobran un significado especial.
Los principales puntos de la agenda de la política exterior con Estados Unidos giran alrededor de elementos de la política interna: la ayuda al desarrollo económico nacional para adecuarse al neo-liberalismo mundial, lo que implica la apertura del mercado norteamericano, la reconversión industrial, el desarrollo de obras de infraestructura e inversión masiva de capital; y la renegociación del pago de la deuda externa. Costa Rica depende para lograr esos cambios de las condiciones impuestas por el FMI, el Banco Mundial y el Club de París (Eguizábal, 1988:110). Solo cumpliendo estas condiciones como son la reducción del Estado, la movilidad laboral y venta de empresas públicas nos convertiremos en un país elegible para que nos otorguen préstamos a largo plazo y donaciones de parte del gobierno de los Estados Unidos.
La política exterior de los 90 con Estados Unidos debe definirse básicamente a través de cuestiones económicas. Como país dependiente en grado extremo de las condiciones mundiales y principalmente por la importancia económica de esta potencia en la región centroamericana, la política exterior costarricense esta obligada a cumplir actualmente con todas las condiciones impuestas por los organismos internacionales y Estados Unidos para poder competir y sobrevivir en el nuevo orden mundial. Esto obliga a Costa Rica a privilegiar su política exterior con los Estados Unidos.
Con la relativa pacificación de Centro América han pasado a un segundo plano las cuestiones relativas a la seguridad interna de Costa Rica, el punto principal de la agenda lo constituye la lucha contra el narcotráfico.
En lo que respecta a cuestiones de política internacional, el fin de la Guerra Fría ha traído una disminución de los conflictos entre potencias y en cuestiones relevantes como la Guerra del Golfo, Costa Rica siempre se ha alineado del lado de los Estados Unidos.
Con los países de Europa Occidental la política exterior costarricense debe redefinirse, ante la próxima unión de los mercados europeos que perfila a esta región como una de las economías más fuertes del mundo, Costa Rica debe modelar, su política exterior frente a estos cambios, ya que el mercado europeo es muy importante en términos económicos para el país.
El estado de las relaciones entre la CEE y América Latina no es satisfactorio, “En una perspectiva de largo plazo, la importancia comercial latinoamericana en los mercados europeos ha declinado fuertemente, haciendo de la CEE la zona que ha perdido relativamente mayor peso como destino de las exportaciones latinoamericanas. Del lado de las importaciones, también la CEE configura el área que ha restringido en mayor medida su papel como proveedor de los mercados latinoamericanos”. (Portales: 1990:178). Aunque el sistema de Preferencias Generalizadas (que otorgó determinadas concesiones comerciales a ciertas exportaciones del tercer mundo) aplicado por la CEE ha abierto el mercado europeo a productos no tradicionales latinoamericanos (Comisión de las Comunidades Europeas: 1987: 9-11), su impacto no ha sido muy grande porque no cubre los mercados tradicionales de exportación y esto obliga a que América Latina diversifique sus exportaciones o pierda su cuota en el mercado europeo.
Un estudio de la CEPAL, realizado en 1987, concluyó que las medidas proteccionistas de la CEE afectan más a la región latinoamericana que a cualquier otra región del mundo. A este factor se une el hecho de que las inversiones europeas se están dirigiendo más a los países desarrollados que a los del Tercer Mundo, y las inversiones al Tercer Mundo las dirigen hacia sus ex – colonias africanas, asiáticas y del medio oriente árabe. El tema más predominante en las relaciones CEE-América Latina ha sido la deuda externa. No se vislumbra un repunte del comercio, o de las inversiones, ni en cooperación y desarrollo; la tendencia de la CEE es a otorgarle un contenido más político a las relaciones y prefieren más el enfoque bilateral que el comunitario. (Van Klaveren: 1990: 384-396)
Ante la CEE ya la política exterior costarricense ha enfrentado su primer problema con las cuotas de importación al banano, lo que reduce a un nivel preocupante el primer producto de exportación nacional y afecta la economía nacional. La diplomacia costarricense ha enfrentado el problema de dos maneras: uniéndose a los otros países latinoamericanos afectados para presionar a la CEE de manera conjunta y ha emprendido acciones individuales, como la gira del Presidente Calderón a Alemania y España en enero del 93 para eliminar las cuotas; aunque los primeros resultados han sido sumamente negativos.
La política exterior hacia Europa debe ser muy coherente y previsora de los cambios, ya que las relaciones con la CEE son vitales para nuestra economía por la inversión de capital y el fuerte mercado que representan para nuestras exportaciones (Portales, 1989: 139). Además, para la CEE América Latina en general no es importante como otras regiones del mundo, así que está en manos de la política exterior costarricense lograr llamar su atención.
El Japón y los países asiáticos se han convertido en potencias económicas mundiales y su peso mundial es cada vez mayor. Las iniciativas en política exterior con estas naciones son en el campo de la ayuda económica. Japón está asignando cada vez más fondos para la ayuda bilateral y para la asistencia multilateral a través de las agencias internacionales y juega un papel activo en el alivio de la deuda externa. El principal punto de la agenda exterior costarricense con esta región del mundo debe enfocarse en la búsqueda de ayuda económica, en inversiones para el desarrollo y en préstamos con términos favorables para el país.
En general, las relaciones de Costa Rica con América Latina son más importantes política que económicamente, ya que las diversas situaciones internas nacionales que hoy coexisten en América Latina están lejos de configurar un escenario de características claramente definidas. La incertidumbre, la violencia siguen siendo un factor extraordinariamente gravitante en la mayoría de los países. En estas condiciones, América Latina no logra constituirse en un actor con capacidad de incidir en las grandes evoluciones internacionales debiendo sufrir de manera mas bien pasiva los efectos a ella asociados. Aunque el volumen de exportación e importación con los países latinoamericanos es muy significativo para el país, este no condiciona nuestra economía como con las potencias mundiales.
Solo con Venezuela y México hay lazos económicos importantes, principalmente el petróleo. Nada nos indica que las relaciones con América Latina pasen a ser un punto prioritario en la agenda de los próximos años, aunque es notable la tendencia a buscar la unión comercial interamericana, la unión para enfrentar determinados problemas y tener un mayor peso político y económico en los foros internacionales. El mayor problema de estos intentos integracionistas es la ya tradicional inestabilidad política y el subdesarrollo y dependencia latinoamericana.
Con los países centroamericanos los puntos de las agendas bilaterales deben fijarse en lo económico y lo comercial. Con la relativa pacificación de Centro América se espera con optimismo un incremento de los vínculos para el país, sin embargo la tensa situación político y socio-económica de los países centroamericanos llenan de obstáculos el desarrollo de los objetivos de la política exterior costarricense hacia sus vecinos.
La política exterior nacional debe ser muy cautelosa ante el reavivamiento de los intentos unionistas por medio del Parlamento Centroamericano. En un mundo que se está perfilando por bloques, estos pequeños países no pueden sobrevivir a menos que haya posturas unidas ante el mundo para así lograr mayor peso a nivel mundial. Sin embargo esta unión enfrenta graves dilemas por los problemas internos de cada país y el temor de Costa Rica de unirse al resto de Centro América.
CONCLUSIONES.
Para los años que restan del siglo XX, la política exterior costarricense debe de definirse en torno al tipo de proyecto de desarrollo interno de las clases dominantes que se enfoca hacia el neoliberalismo. Los instrumentos con que se cuenta para desarrollar este proyecto a nivel externo son el desarrollar posturas de unión con otros países y así lograr tener un mayor peso a nivel internacional, es notorio que la diplomacia costarricense para obtener grandes logros en sus relaciones internacionales debe buscar tanto acciones conjuntas como bilaterales.
El nuevo orden mundial ha provocado que la situación centroamericana haya perdido relevancia para las grandes potencias, que dirigen su atención a otras regiones del mundo. La política exterior de Estados Unidos hacia Centroamérica se encuentra atravesando por momentos de incertidumbre ante el cambio de gobierno y la ascención al poder del Partido Demócrata que todavía no ha definido sus relaciones con América. Es por esto que Costa Rica necesita para lograr su desarrollo económico de una política exterior agresiva, innovadora y profesional para lograr sus objetivos y no quedar olvidada en un mundo en transición, ya que dada la condición de dependencia del país con respecto al mundo exterior el lazo entre el desarrollo económico y la política exterior es indivisible.
BIBLIOGRAFIA.
Araya, Manuel. Las bases históricas de la política exterior costarricenses: algunas consideraciones. Heredia: FLACSO, 1990.
Ckrishik, Mark. “Presencia soviética en Centroamérica”, en Relaciones Internacionales, primer trimestre de 1987, CR.
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Eguizabal, Cristina. América Latina y la crisis centroamericana: en busca de una solución regional, Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1988.
Fallas, Carlos Luis. Calderón Guardia, José Figueres y Otilio Ulate. San José, 1955.
Gil, Federico. Latinoamerica y Estados Unidos. Madrid: Editorial Tecnos, 1975.
Gólcher, Ericka. “Costa Rica en el mundo: Lineamientos de su política exterior 1982-1988, en Murillo, Jaime. Historia de Costa Rica, en: Anuario de Estudios Centroamericanos. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1991.
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