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CRICA Hipocrita

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martes, 17 de junio de 2008

Entre serruchos y sapos

Según el maestro Haded, escritor especialista en relaciones humanas, “Judas” serrucha piso porque carece de autoestima.

“Serruchar el piso a un compañero demuestra sentimientos de inferioridad, inseguridad y ausencia de valores. Los “serrucha-pisos” se sienten incapacitados y recurren a este procedimiento vil para conservar su puesto o para ascender, depende de donde estén”. Don Násere asegura, desde el punto de vista sicológico, que quien tiene autoestima confía en sus propias capacidades para conservar su puesto y para ser promovido por eso no recurre estos corruptos procedimientos.

Por su parte Marlene Saravia, sicóloga especialista en laboral, asegura que generalmente cuando los serruchadores de piso están en una posición de poder se buscan gente mediocre en el trabajo, “se rodean de gente así y hasta los protegen y apoyan, siempre y cuando esta gente no atente contra sus intereses. Una vez que te convertís en amenaza (o sea que demostrés más capacidad que el serruchador) buscarán como quitarte del camino por muy bueno que seás en tu trabajo”. Saravia afirma que los serruchadores de piso son los principales creadores de un ambiente enfermizo en el centro trabajo.

La figura del “sapo” y el poder

El sapo es la figura emblemática de la serruchadera de piso. Según la Academia Española, en una de sus acepciones, un “sapo” es un soplón o delator. La jerga popular apunta que es aquel que siempre tiene la lengua lista para informar “negativamente” al gerente o superior de una institución sobre lo que hacen otros compañeros de trabajo.

El profesor Haded, profesor de sicología y de ética profesional, está seguro de que un “sapo” serrucha piso con su lengua de manera sutil, muy sutil, porque se acompleja y tiene miedo de aquellos trabajadores que son competentes. “Los sapos se sienten incapaces y como compensación sicológica buscan cómo tener poder (a través de la lengua u otros) usando la intriga o el chisme de una manera cuidadosa y elaborada, sin que se perciba a primera vista que están serruchando piso. Aunque hay algunos que lo hace descaradamente. La inseguridad los lleva a buscar ese poder y cuando lo tienen, se rodean de gente incompetente porque piensan así: “Si yo tengo a mi alrededor o aquí hay gente calificada se va a notar que yo no tengo méritos”. Como dice el refrán: “El tuerto es rey en el país de los ciegos”. Así que apoyan e infunden miedo a gente mediocre para que no se noten sus limitaciones”.

Desde el punto de vista moral, Haded y Saravia coinciden en que la serruchadera de piso es una acción indigna, censurable, que expresa una agresión de carácter moral, tan grave como si fuera una acción física porque afecta la reputación y el buen nombre de la dignidad del ofendido. La serruchadera de piso, puntualiza Haded, denota cobardía en quien lo hace porque recurre a la intriga, el chisme, la calumnia, sin que el afectado se dé cuenta. “Es tan cobarde que en la relación diaria, le sonríe y saluda al afectado de la manera más normal. Es decir que es un hipócrita porque delante de la víctima expresa un sentimiento diferente y por debajo le serrucha el piso”.

Consecuencias de la serruchadera de piso

La serruchadera de piso, menciona Marlene Saravia, crea un ambiente enfermizo e incluso más adverso que otras condiciones de trabajo como el ruido o la falta de iluminación.

También afecta valores laborales como la solidaridad y el compañerismo que debieran existir entre las personas que trabajan en la misma empresa. El profesor Násere señala que entre compañeros de trabajo debe existir “unión, respeto y cooperación, porque esto contribuye a fortalecer la seguridad en el trabajo, la productividad y la salud mental del trabajador”.

Consejos para cuidar tus espaldas

Marlene Saravia recomienda que lo mejor que se puede hacer para no caer en las garras de un serrucha-pisos es alejarse.

Como segunda opción aconseja hacer una reconstrucción cognoscitiva, que consiste en implicarse con el sapo lo menos posible o simplemente no hablar con él para que éste no distorsione las palabras.

El maestro Habed aconseja desarrollar equipos de trabajo en donde se desarrollen aspectos éticos y humanos en las relaciones de trabajo o llamarle la atención al “sapo”, y si no cambia de conducta, eliminarlo de la empresa.

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